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Cuántos Diegos en las escuelas

(01/12/20 - Opinión, Por Pedro Ponce*)-.Los ricos, los que ganaron fortunas con Diego, siempre lo vieron como mercancía, un fetiche mercancía como diría Marx, que te provoca una relación fantasmagórica que te atrapa, como encontrar enfrente tuyo una mina de oro.

Pero otra es la relación del pueblo con Diego. 

El representa a muchos otros Diegos, que no llegaron a ser Maradona, representa al pibe humilde de Fiorito y de los miles de Fioritos del país. Fiorito se pobló en base a tomas de tierras en medio de los basurales que venían de la CABA. Un lugar inhabitable debajo del nivel de mar que fue rellenado con basura. 

De allí es nuestro Dios de los humildes, un Dios humano que hace cagadas, pero también hace cosas que molestan al poder. 

Eso de militar el NO al ALCA, no se lo van a perdonar nunca, como eso de andar a los abrazos con los grandes de la revolución latinoamericana y tatuarse al Che y Fidel. 

Esa relación con los otros que lo veían como mercancía, lo terminó matando. Como la máquina de la fábrica que no para, 24 horas dale que dale, para producir ganancias. 

Diego hizo fortuna, pero no dejó de ser un explotado. Muchos partidos para producir muchas ganancias. Ya su cuerpo no podía con Maradona, ya su cabeza no respondía con picardía. Pero, decía, ¡cuántos Diegos se pierden en el camino! 

Recuerdo en el potrerito de La Loma la Chacha (cambie su seudónimo), un señor en el barrio. Venían a verlo jugar de todos lados. Lo  vieron de Banfield y se lo llevaron. 

A los pocos días lo vio Pekerman, se lo llevó a la selección juvenil, pero los resultados médicos no salieron bien. Detectaron presencia de droga y lo desafectaron y lo condenaron en lugar de ayudarlo. 

De ahí su vida fue un tobogán hacia la nada. Terminó muerto de un tiro. Era contradictorio charlar con él. A él le gustaba charlar conmigo porque siempre lo quería convencer de que estudiara, y él quería cambiar pero no pudo, prefirió las actividades de subsistencia hasta que lo mataron. 

Después tuve otro Diego, pero indocumentado. 

Tenía magia ese pibe. No había forma de sacarle la pelota. Era una mezcla de Messi y Maradona, pero indocumentado. 

Llegó a la secundaria indocumentado y traté por todos los medios, acompañándolo, para que pudiera sacar el DNI sin el acompañamiento de la familia, también indocumentada. 

Le ofrecieron ir al Inter y otros clubes de Europa, a River, a Independiente pero, sin documentos, imposible. 

Se recibió con las mejores notas, gran dibujante, pero ya era grande para entrar en el profesionalismo y no pudimos documentarlo, y mirá que hasta la Defensoría de los Menores hicimos intervenir. Creo que anda vendiendo pan por el barrio. 

Otro Diego que tuvimos, en realidad era un 9 implacable, pelota que agarraba en el área era gol, pique de media cancha con la pelota y era gol, pelota en el aire siempre para él, y era gol. Condenado a muchos años de prisión. 

Quería seguir estudiando Educación Física y probarse en algún Club, pero le quedaron algunas materias que nunca rindió para recibirse.

 Cuando fundamos la escuela en La Loma, la Secundaria 23, estábamos convencidos de que le salvamos la vida a muchos chiques y los pudimos conectar con el futuro. 

Por eso lo entiendo y lo banco al Diego, porque en la docencia, estamos llenos de Diegos y Diegas. 

Es un Ethos Argentino de rebeldía con corazón de pueblo ante la injusticia. El icono de la grieta, al que otros pueblos homenajean. Lindo ejemplo los All Black, pero los chetos de los Pumas son aborrecibles. 

La grieta es una cuestión de clase. Los ricos no toleran que el pobre esté bien y compartiendo el mismo lugar en la playa. 

No toleran que los miren a los ojos de igual a igual.

*Docente, Coordinador de El Pulpo

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