cuando los investigadores empezaron a clasificar los artefactos sacados en 2019 de un barco romano hundido en la costa mallorquina, no podían imaginar que estaban ante un descubrimiento extraordinario. En efecto, los estudios realizados bajo la dirección de Dario Bernal-Casasola de la Universidad de Cádiz y Miguel Angel Cau Ontiveros del ICREA (Institució Catalana de Recerca i Estudis Avançats), han revelado información novedosa sobre la economía y la cultura material romanas.
Un hallazgo Fortuito
Como es habitual en estos casos, los materiales fueron desalinizados mediante su inmersión en agua dulce, mientras que los más vulnerables (como los fragmentos de madera) fueron sometidos a un proceso de electrólisis para asegurar su conservación.
Pese a la rapidez de la campaña arqueológica, la restauración e identificación del material tuvo que esperar algunos meses debido a la emergencia sanitaria provocada por la Covid-19, posponiéndose hasta finales de 2020. Finalmente el equipo de investigación ha terminado su labor, y se han dado a conocer los novedosos resultados del estudio.
Exportaciones Peninsulares
Las 249 ánforas descubiertas constituyen el mayor hallazgo de este género localizado en un barco mercante de la Antigüedad Tardía. En ellas se transportaban mercancías variadas: principalmente garum (una salsa elaborada mediante la fermentación de entrañas de peces con sal), aunque también aceite, vino, vinagre y productos derivados de la vinicultura, que se usaban para conservar los alimentos. Los recipientes recuperados son, en su mayoría, de la clase Almagro 51, producida en el sur de Hispania entre los siglos III y IV. Sin embargo también se han hallado otros tres tipos de ánfora, uno de los cuales era desconocido hasta el momento y que los investigadores han tenido a bien en llamar Ses Fontanelles I, en honor a la playa en la que ubica el yacimiento.
Igualmente importante ha sido el descubrimiento en algunas de ellas de cuarenta tituli picti, unas inscripciones realizadas por funcionarios que certificaban el contenido y los impuestos pagados. Este hallazgo es igualmente destacable al tratarse de la mayor concentración de tituli encontrada en un pecio hasta el momento. Gracias ello se ha podido determinar que el barco salió de Cartago Nova (la actual Cartagena) en dirección a Palma, para seguramente continuar con su viaje hasta Roma, consumidora habitual de las salazones hispánicas. Asimismo, el estudio de los materiales con los que se elaboraron estas cerámicas ha confirmado el origen cartagenero, con solo una ánfora del total procedente de Málaga. De hecho este dato, desconocido hasta ahora, une Cartagena a otros importantes centros de producción de garum, como Barcelona o Cádiz.
Como parte del estudio se abrieron fichas arqueológicas a 25 de las ánforas mejor conservadas, que junto a las inscritas fueron dibujadas y fotografiadas. Al mismo tiempo se realizó un reportaje fotogramétrico de las piezas, que será publicado junto con el resto de datos próximamente.
Restos Orgánicos
Aparte de la cerámica, se han recuperado algunos elementos orgánicos. En primer lugar destacan los restos del casco, a partir de los cuales se ha obtenido una idea del aspecto que tendría la nave. El excelente estado de conservación del buque y su carga ha permitido afirmar a los investigadores que la nave se hundiría debido a una vía de agua o un golpe de mar, ya que una tormenta habría destrozado la nave y dispersado las ánforas por el fondo.
Del mismo modo, las ramas de vid y los tallos de carrizo encontrados aportan información sobre el modo en que era estibada la carga en el interior del barco, recubierta con una capa de partes vegetales para impedir que se moviera durante el trayecto. En palabras de la Consejera de Cultura, Bel Busquets, “este hallazgo sitúa Mallorca en un lugar importantísimo respecto a las investigaciones de época tardorromana”.
Por Francesc Cervera
Fotografías: Consell de Mallorca
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