“La gente con poder, privilegios y conciencia moral debe levantarse y decir ‘no más’ a un sistema policial y de justicia racialmente discriminatorio, a las disparidades económicas inmorales entre blancos y negros, y a las acciones gubernamentales que socaven nuestra democracia unificada”, indicó el miércoles Carter en un comunicado.
Carter dijo que décadas de trabajo le han enseñado que la gente con influencia no puede quedarse callada y enfatizó que el silencio puede ser tan mortal como la violencia.
Al recordar que había declarado que “se acabó el tiempo de la discriminación racial” durante su discurso de investidura de 1971 como gobernador de Georgia, el exmandatario estadounidense lamentó estar repitiendo esas palabras casi 50 años después.
Carter no mencionó directamente al manejo del actual presidente, Donald Trump, de las protestas y del malestar racial que ha avivado, pero manifestó que el país necesita un gobierno mejor como su gente.
“Todos debemos centrar la atención sobre la inmoralidad de la discriminación racial. Pero la violencia, ya sea espontánea o incitada conscientemente, no es la solución”, enfatizó.
Con estas declaraciones, Carter se refirió a la reciente polémica desatada en Estados Unidos sobre el racismo tras la muerte de afrodescendiente George Floyd bajo custodia policial el pasado 25 de mayo.
Floyd, un hombre de 46 años, murió asfixiado en la ciudad de Mineápolis, en el estado de Minesotta (norte de EE.UU.), después de estar al menos 10 minutos boca abajo contra el suelo, con la rodilla de un agente blanco presionándole el cuello.
La muerte de Floyd ha desatado manifestaciones en todo el país en denuncia de la violencia policial contra las minorías, especialmente los afroamericanos. También, varios países y organizaciones internacionales han mostrado su rechazo al asesinato de Floyd y han exigido a la Casa Blanca que ponga freno al asesinato de afrodescendientes a manos de agentes policiales.
EEUU se fusiona en racismo, discriminación, violencia y odio
Mientras tanto, lo que ha agudizado las protestas ha sido la postura racista del propio Trump, que ha tachado de “matones y ladrones” a los manifestantes y anunció el masivo despliegue de “miles y miles de soldados fuertemente armados” con el objetivo de detener las protestas.
Durante las marchas, la Policía estadounidense no ha dudado en lanzar gases lacrimógenos, granadas aturdidoras o aerosol de pimienta, incluso ha usado armas de fuego para reprimir a los manifestantes.
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