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Encontraron ánforas romanas usadas como sarcófagos en Córcega

(19/06/21 - Arqueología)-.El arqueólogo francés Jean Jacques Grizeaud y su equipo han estado excavando desde 2019 una necrópolis tardorromana en la comuna de Île Rousse, allí han hallado una cuarentena de cuerpos, la mayoría enterrados dentro de ánforas africanas datadas entre los siglos III y VI d.C.

En 2019 se planificaron unas obras en la Plaza Paoli de Île Rousse, y como era pertinente los arqueólogos acudieron a lugar para asegurarse de proteger qualquier resto histórico que se pudiera encontrar debajo. Si bien los investigadores esperaban encontrar alguna estructura (pues la zona ya había sido excavada durante el siglo XVIII), se sorprendieron al hallar un par de tumbas antiguas hechas con ánforas.

La campaña arqueológica

Tras esta primera intervención, el gobierno francés decidió suspender el permiso de obras y organizar una excavación para recuperar los restos humanos de la nueva necrópolis. El INRAP (Institut National de Recherches Archéologiques Préventives) encargó los trabajos a Jean Jacques Grizeaud, quien ha sacado a la luz numerosas inhumaciones tanto de niños como de adultos repartidos por todo el yacimiento.

Las tumbas están formadas mediante la unión de una parte superior de ánfora con otra inferior, que han sido recortadas de manera que encajen entre ellas y creen un espacio lo suficientemente grande para albergar al muerto. Este tipo de entierros eran habituales en el mundo romano, sobre todo en el caso de los niños por su reducido tamaño. La demanda de sepulcros aumentó a partir del siglo II debido a la creciente popularidad de las inhumaciones, y reutilizar ánforas se convirtió para muchos una manera económica de conseguir un entierro digno.

Aunque la mayoría de las tumbas están hechas del mismo modo, algunas presentan ciertas particularidades, como estar compuestas de dos partes superiores o cortadas por encima y cubiertas con tejas a modo de tapa. Estas se usaron asimismo como caja funeraria o refuerzo, y se podrían haber saqueado de alguna casa en ruinas según Grizeaud.

Los arqueólogos han identificado las ánforas como de producción africana, importadas desde Cartago junto con el vino, aceite o salazones que se consumían en la isla. Al no hallarse ningún tipo de ajuar en las tumbas, su datación se determinó en base a los recipientes, que se sabe que fueron producidos desde finales del siglo III hasta bien entrado el VI.

En el mundo romano lo más habitual era que las ánforas hicieran solo el viaje de ida, pues los mercaderes volvían a su punto de origen con otros productos que vendían para adquirir nuevas exportaciones y repetir el proceso. De este modo se producía un excedente de cerámica en el puerto de destino, que era reutilizado para almacenar otras cosas, como relleno arquitectónico, superficie de escritura o, en el caso que nos ocupa, a modo de tumba improvisada.

Estas necrópolis del Bajo Imperio normalmente se emplazaban al lado de una iglesia que solía contener reliquias de algún santo o mártir. Sin embargo esta no se ha encontrado durante las excavaciones, bien por hallarse bajo el actual templo de la Concepción, bien por estar oculta en alguna área todavía por explorar.

Así pues este descubrimiento es un importante hallazgo no solo en el plano arqueológico, sino que a la vez nos permite comprender mejor las dinámicas económicas romanas, sus redes comerciales y el reciclaje de los materiales sobrantes.

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