(12/07/21 - Arqueología)-.Un estudio de la Universidad de Cincinnati plantea que los antiguos mayas de Tikal plantaron jardines junto a los estanques que proporcionaban agua potable a la ciudad y conservaron partes del bosque tropical en el centro urbano con el objetivo de crear zonas verdes parecidas a los actuales parques de las ciudades modernas.
La ciudad maya de Tikal, en la selva de Guatemala, fue hace siglos una metrópoli bulliciosa que acogió a una población de decenas de miles de personas. El entorno urbano comprendía carreteras, plazas pavimentadas, imponentes pirámides, templos y palacios, además de miles de casas para alojar a las personas que allí vivían, que lo hacían básicamente de la agricultura.
Ahora, un grupo de investigadores de la Universidad de Cincinnati afirma en un reciente estudio publicado en la revista Nature Scientific Reports que los embalses de Tikal, fuentes imprescindibles de agua potable para la ciudad, estaban bordeados de árboles y de una exuberante vegetación que habrían proporcionado, además de la indispensable agua necesaria para la vida, un lugar de gran belleza natural en el corazón de la ajetreada urbe.
Estudios para identificar plantas
Los autores de este estudio han desarrollado un novedoso sistema para analizar el ADN de plantas antiguas que ha podido extraerse de los sedimentos de los embalses del templo y del palacio de Tikal. Gracias a ello se han podido identificar más de treinta especies de árboles, hierbas, enredaderas y plantas con flores que surgieron allí hace más de mil años. Los resultados recrean la imagen de un oasis verde y silvestre. "Casi todo el centro de la ciudad de Tikal estaba pavimentado. Eso se traduciría en un ambiente muy caluroso durante la estación seca, así que tendría sentido que hubiera lugares agradables y frescos alrededor de los embalses. Debió de haber sido un lugar muy hermoso para que los reyes y sus familias se solazaran", comenta el paleoetnobotánico David Lentz, profesor de Biología en la Facultad de Artes y Ciencias de la Universidad de Cincinnati y autor principal del estudio.
Casi todo el centro de la ciudad de Tikal estaba pavimentado. Eso se traduciría en un ambiente muy caluroso durante la estación seca, así que tendría sentido que hubiera lugares agradables y frescos alrededor de los embalses, dice David Lentz.
Lentz y su equipo plantean cuatro hipótesis sobre qué plantas podrían haber crecido alrededor de esos embalses: ¿Cultivaron allí los mayas plantas como maíz o calabaza? ¿o tal vez árboles frutales como los que se han descubierto en un embalse similar en la presa Purrón, en México? ¿Quizás alinearon los embalses con espadañas de acuerdo con su apodo de "gente de los juncos"? Lentz señala que en este contexto, los nenúfares a menudo aparecen representados en las pinturas mayas. "En la iconografía maya, los nenúfares simbolizan la continuidad entre el mundo acuático y el mundo de arriba. Eran parte de su mitología", afirma el científico.
Bosques intactos
Pero los investigadores hallaron pocas evidencias que pudieran apoyar alguna de las hipótesis anteriormente planteadas. En cambio, sí encontraron pruebas que reforzarían una cuarta idea: la de que los mayas dejaron bosques intactos en algunos terraplenes que bordeaban la ciudad. Esto habría ayudado a prevenir la erosión y habría proporcionado plantas y frutos medicinales o comestibles a la población. Los autores del estudio localizaron restos de una gran variedad de plantas que viven a lo largo de los acuíferos, incluidos árboles como la corteza de repollo y el ramón o nogal maya, que se elevan a más de treinta metros de altura. Lentz explica que el ramón es una especie de árbol de bosque lluvioso, el tipo de espesura dominante en Guatemala. "Sorprende encontrar ramones alrededor del embalse. La respuesta podría ser que dejaron esa parte del bosque intacta. Tikal tiene un clima severo. Es bastante difícil sobrevivir cuando no llueve durante cinco meses al año. Este embalse habría sido una importante fuente de vida. Por lo tanto, a veces los mayas protegían esos lugares al no talar los árboles, y además así preservaban un bosque sagrado", sugiere Lentz.
Los autores del estudio hallaron restos de una variedad de plantas que viven a lo largo de los acuíferos, incluidos árboles como la corteza de repollo y el ramón o nogal maya, que se elevan a más de treinta metros de altura.
Entre docenas de plantas nativas de la región, los autores del estudio hallaron restos de cebollas y cerezos silvestres, higos y dos tipos de hierbas. Lentz dice que las semillas de hierba podrían haber sido introducidas en el embalse por las aves acuáticas, y la hierba habría proliferado en los bordes de estos embalses durante las estaciones secas y las sequías. "Tikal tuvo una serie de sequías devastadoras. A medida que los niveles del agua fueron bajando, proliferaron las algas verde azuladas, que producen sustancias tóxicas. Las sequías fueron buenas para la hierba, pero no tanto para las plantas del bosque que crecían a lo largo de las orillas del embalse", explica Lentz.
Parques de recreo
Así ¿eran estas áreas silvestres el equivalente a un parque actual? "Creo que lo fueron. Lo que sin embargo no podemos saber es si fueron públicos. Esta era una zona sagrada de la ciudad rodeada de templos y de palacios. No sé si los plebeyos habrían sido bienvenidos aquí", se cuestiona Lentz. Tikal fue una floreciente sede de poder, un centro ceremonial de gran importancia y un notable núcleo de comercio en Mesoamérica, y alcanzó su auge hace más de 1.200 años. Hoy en día, el sitio es un magnífico parque nacional rodeado de selva tropical primaria. Pero hace más de mil años, el área habría sido muy distinta. En lugar de selva tropical, el centro de la ciudad habría estado rodeado de casas y parcelas agrícolas donde se cultivaban maíz, frijoles y calabazas, productos necesarios para mantener a una gran población de 60.000 personas o más.
Tikal fue una floreciente sede de poder, religión y comercio en Mesoamérica, y alcanzó su auge hace más de 1.200 años.
Dada la deforestación que sufrió la zona de Tikal durante toda su historia, la presencia de un bosque intacto en el interior de la urbe habría, sin duda, destacado, según afirma Nicholas Dunning, profesor de Geografía de la Universidad de Cincinnati y coautor del estudio. "No habría sido un gran parque, tal vez unos cincuenta metros por cincuenta metros. Pero habría contrastado vivamente con el área circundante del recinto central de la ciudad, que estaba esencialmente pavimentada en su totalidad con yeso, y con muchos de los edificios coloreados de un rojo intenso", teoriza el investigador.
Amor por la vegetación
En Tikal, los embalses habrían tenido una importancia más allá de su valor como fuentes indispensables de agua. "Dado que los mayas eran una cultura forestal cuya cosmología incluía muchos elementos del bosque (por ejemplo, ciertos árboles sagrados, como la ceiba, que sostenían el cielo), tener un bosque sagrado adyacente al manantial sagrado y al estanque en el corazón mismo de la ciudad debió de tener una simbología extremadamente poderosa, algo así como poseer partes del cosmos en miniatura. Por otro lado, las antiguas ciudades mayas en su conjunto eran muy verdes. Lejos del recinto central de Tikal, la mayor parte de la tierra estaba compuesta por árboles o cultivos gestionados. Casi todos los complejos domésticos contaban con grandes jardines. Gran parte de los alimentos consumidos por los habitantes de las ciudades mayas probablemente se cultivaron dentro del recinto urbano. Nada parecido a una ciudad occidental moderna", explica Dunning.
Las antiguas ciudades mayas en su conjunto eran muy verdes. Lejos del recinto central de Tikal, la mayor parte de la tierra estaba compuesta por árboles o cultivos gestionados.
Hasta la fecha, los investigadores han analizado los cultivos y las plantas silvestres que crecieron en la antigua Tikal a través del estudio del polen o el carbón antiguos. Para este estudio, sin embargo, la Universidad de Cincinnati recurrió a la secuenciación de ADN de próxima generación, una técnica capaz de identificar plantas y animales incluso con pequeñas hebras de ADN. "Por lo general, se necesita ADN de alta calidad y una alta concentración del mismo para el trabajo de próxima generación. Las muestras de Tikal eran de mala calidad y su concentración era muy baja", comenta Eric Tepe, botánico de la Universidad de Cincinnati y coautor del estudio.
Estudios de ADN
Por su parte, las microbiólogas Alison Weiss, profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cincinnati, y Trinity Hamilton, de la Universidad de Minnesota, asumieron la tarea de analizar el ADN microbiano antiguo procedente de las muestras de sedimento del embalse principal de Tikal. Weiss ha estudiado las bacterias E. coli patógenas y los microbiomas humanos en su laboratorio. "El ADN es antiguo, por lo que tiende a degradarse con pequeñas secuencias cortas", afirma Weiss.
Así, con la ayuda de la empresa Rapid Genomics de Florida, los científicos de la Universidad de Cincinnati han desarrollado una nueva sonda para seleccionar el ADN de las plantas en las muestras de sedimentos, y han podido amplificar pequeñas hebras de ADN de los cloroplastos (las estructuras de las plantas donde tiene lugar la fotosíntesis). A continuación, los investigadores podrán hacer coincidir las antiguas muestras de Tikal con el ADN de especies de plantas conocidas de la misma manera que los científicos amplifican el ADN ribosómico para identificar especies de bacterias. "El análisis ha representado un desafío porque hemos sido los primeros en hacer algo así. El ADN ribosómico bacteriano tiene una base de datos. En cambio no existía ninguna base de datos para esto. Tuvimos que tomar las secuencias una por una y buscar en la base de datos general para encontrar la coincidencia más exacta", explica Weiss.
Los investigadores podrán hacer coincidir las antiguas muestras de Tikal con el ADN de especies de plantas conocidas de la misma manera que los científicos amplifican el ADN ribosómico para identificar especies de bacterias.
Según Eric Tepe, "este proyecto ha sido un poco como un disparo en la oscuridad. Casi esperábamos no obtener ningún resultado. El hecho de que pudiéramos hacernos una idea de la vegetación que rodeaba los embalses de Tikal es, en mi opinión, un éxito espectacular y algo que esperamos poder aplicar a otros sitios mayas". Los investigadores de la Universidad de Cincinnati pueden ahora estudiar el mundo antiguo de una forma nueva y muy prometedora. "Estamos encantados de haber tenido éxito. Nos ha llevado mucho tiempo descubrir el modo de hacerlo y asegurarnos de que no se trataba de datos basura. Poder aprender más sobre los pueblos antiguos a partir de estos estudios de sedimentos es muy emocionante", concluye Weiss.
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