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Spyridon Marinatos, el descubridor de Akrotiri y el final de la civilización minoica

(21/08/22 - Arqueología)-.Tras varios intentos, el arqueólogo griego Spyridon Marinatos pudo por fin dar con la ciudad desaparecida de Akrotiri, en la pequeña isla de Thera, en el mar Egeo, destruida por una explosión volcánica cataclísmica que tuvo lugar en el segundo milenio antes de nuestra era. Con este sensacional hallazgo, Marinatos logró resolver uno de los principales enigmas que envolvían a la civilización minoica y su dramático final.

Un grupo de pescadores de la isla de Thera, en el mar Egeo, se prepara para salir a faenar, como cada día, cuando de repente ante sus ojos se alza una nube negra como el carbón que brota desde la cima de la montaña que domina la isla, cerniéndose sobre ellos. De pronto, como si las puertas del infierno se hubieran abierto de par en par, un rugido como surgido del propio Averno desencadenó lo que en poco días se convertiría en una devastación total. Aquel día apocalíptico, las gentes de aquella pequeña isla del Mediterráneo vieron como su mundo desaparecía para siempre. Una lluvia de cenizas y piedra pómez empezó a cubrirlo todo, y los terremotos se sucedían sin descanso.

Pero lo peor aún estaba por llegar. La cámara magmática del volcán, que había permanecido dormida durante mucho tiempo, se vació en un abrir y cerrar de ojos mientras una nube piroclástica lo barría todo, enterrando a los habitantes de la isla que no pudieron huir y a las edificaciones que con tanto trabajo habían construido bajo un deposito de rocas de más de sesenta metros de grosor. Todo quedó oculto durante más de 3.600 años, hasta que en 1967 el arqueólogo griego Spyridon Marinatos lo devolvió de nuevo a la luz.

¿Qué yace bajo Thera?

Nacido el 4 de noviembre de 1901 en Lixoúrion, en la isla griega de Cefalonia, Spyridon Marinatos estudió Arqueología en las universidades de Atenas, Berlín y Halle, convirtiéndose en profesor de la Universidad de Atenas e inspector general de los servicios arqueológicos de Grecia. Marinatos comenzó su carrera en la isla de Creta como director del Museo de Heraclión en 1929. Allí conoció al también arqueólogo británico Arthur Evans, famoso por sus excavaciones en Cnosos. 

Los primeros trabajos de Marinatos en Creta fueron en los yacimientos de Dreros Arkalochori, Vatípetro y Gazi, y proporcionaron hallazgos de gran interés. Marinatos tenía la firme convicción de que los micénicos, los antiguos habitantes de la Argólida, en el Peloponeso, fueron, de hecho, los primeros griegos, por lo que dirigió todas sus investigaciones hacia los enclaves micénicos del Peloponeso incluidas las tumbas reales de Routsi, cerca de Pilos. Marinatos también fue el descubridor de los emplazamientos donde tuvieron lugar las famosas batallas de las Termópilas (480 a.C.) y de Maratón (490 a,C.), los célebres choques entre griegos y persas acaecidos durante las guerras médicas y que terminaron con la victoria griega.

Marinatos tenía la convicción de que los micénicos, los antiguos habitantes de la Argólida, en el Peloponeso, fueron los primeros griegos, por lo que dirigió todas sus investigaciones hacia los enclaves micénicos del Peloponeso.

Pero Marinatos lograría la fama sobre todo por sus excavaciones en el yacimiento de Akrotiri, en Thera, la isla que en el segundo milenio antes de Cristo fue devastada por una colosal erupción volcánica. Aunque cuando el arqueólogo puso su mirada sobre Akrotiri (que de hecho era el nombre de un pueblo situado en la costa occidental de la isla), el lugar ya había sido parcialmente excavado a finales del siglo XIX (pero nunca identificado), primero por el barón Hiller von Gaertringen, arqueólogo y filólogo alemán, y después por el vulcanólogo francés Ferdinand Fouqué, que descubrió entre los restos de una cantera de puzolana (una piedra volcánica) dos tumbas abovedadas. 

Fouqué estaba seguro de que bajo la lava se escondía una ciudad y que posiblemente podría estar tan bien conservada como Pompeya. Sus excavaciones en 1862 sacaron a la luz algunos restos humanos (los únicos hallados hasta el momento), pero el francés nunca obtuvo el permiso de las autoridades para realizar excavaciones más allá de unos muros exhumados. Por su parte, el químico griego M. Christomanos, que había acudido a la isla en 1866 para observar en persona la erupción volcánica que estaba teniendo lugar en aquel momento, determinó que los hallazgos de la zona eran anteriores a las edificaciones griegas que se alzaban sobre los sólidos estratos de lava. Al final, quienes sí consiguieron un permiso de las autoridades para excavar, en 1870, fueron los arqueólogos franceses Henri Mamet y Henri Gorceix, de la Escuela Francesa de Atenas, que exhumaron frescos, cerámica y numerosos objetos de bronce y plomo.

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