Por un lado, la clase de aquagym dictada a unos cincuenta vecinos y vecinas de distintos barrios del distrito; por otro, el plantel de atletas con entrenamientos coordinados en los carriles acompañados por las directivas del instructor.
La relevancia en el aspecto sanitario fue determinante. Cristina Romero, de San Jorge, narró su experiencia. “Tenía cero movilidad. No podía caminar. Este espacio me permitió recuperarme”, relató la mujer quien sintetizó: “Una ventaja tener un lugar así. Una ayuda para el bienestar”.
Su compañera, Sandra de la Fuente -de San Francisco- estaba emocionada. “Muy lindo…después de todo lo que pasamos. Me movilizó mucho. Gracias, gracias, gracias”, repitió entre lágrimas.
Tomasa Centurión, oriunda de Chacabuco, alistó todo para retornar a su hogar al culminar la dinámica rutina aeróbica. “Empecé cuatro años atrás. Me cambió completamente. Llegué cargada de energía para empezar el día y olvidar los problemas”, manifestó.
Aunque las tres mantuvieron sus vivencias personales diferentes, coincidieron en valorar la continuidad a través de la plataforma Zoom durante la pandemia. Centurión lo simplificó: “Un lujo”. Y despidieron afectuosas a una docente contenta con las devoluciones de sus alumnos y alumnas. Un reencuentro que anhelaron no volver a interrumpir.
“Con la irrupción de la emergencia epidemiológica desatada por la Covid-19 junto a otras inclemencias surgidas, la pileta quedó en desuso. No obstante, restauramos los desperfectos que había
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