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"Mi mamá tiene 94 años y todavía espera encontrarlo”

(17/07/19 - Lesa Humanidad)-.En una nueva audiencia del juicio por los crímenes cometidos en el centro clandestino de detención que funcionó entre 1975 y 1983 en la guarnición militar de Campo de Mayo, declararon familiares y compañeros de militancia de Myriam Coutada, secuestrada y desaparecida embarazada de siete meses, el 16 de octubre de 1976, en su casa de la ciudad de Zárate, donde vivía con su compañero Eduardo Lagrutta, y otra compañera, Olga Ventorino, con sus dos hijos Claudio de nueve y Verónica de seis años.

la última audiencia antes de la feria tuvo como testigos a familiares y compañeros de militancia de Myriam Coutada, desaparecida embarazada de 7 meses.

El primer testimonio estuvo a cargo de Mabel Coutada (foto), la hermana mayor de Myriam. "Prometo decir la verdad en nombre de los 30 mil compañeros detenidos desaparecidos", lanzó ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°1 de San Martín, compuesto por los jueces Daniel Omar Gutiérrez, Silvina Mayorga y Nada Flores Vega. Mabel narró que ellos eran una familia del interior de Corrientes, del pueblo de Santo Tomé y que todos los hermanos habían ido a estudiar a la ciudad de Rosario. Myriam, “Mirita” para la familia, se había ido a estudiar psicología, Eduardo Lagrutta, también estudiaba psicología. Allí se conocen, se enamoran y por el año 75 se van a vivir juntos. Eduardo tenía dos hijas de una pareja anterior: Mariana y Laura. 

“En enero del 76, por primera vez, pasamos una semana en casa de mis padres en Santo Tomé, todos juntos de vacaciones”, recordó Mabel. Para entonces “La correntina” y “Ramiro”, como le decían en la organización, ya se habían incorporado a Montoneros e integraban la columna “Norte-Norte”. A la semana, luego del asesinato del compañero de su hermana menor, Norma -luego también secuestrada hasta hoy desaparecida- Myriam y Eduardo deciden mudarse: “Ya antes del golpe, Mirita y Eduardo deciden irse de Rosario a vivir a Buenos Aires”.

Mabel recuerda cada episodio con suavidad, como acariciando las palabras atesorada en su memoria. Su tonada correntina, de vez en cuando, aparece arrastrando la “elle”. “Yo lo que sabía era que se iban a vivir a Buenos Aires. En agosto estuvo en Santo Tomé visitando a mis padres, y tramitó el DNI”, dice y trae al presente la última vez que vio a su hermana, el 3 de octubre de 1976, en el cementerio de San Nicolás, un punto intermedio donde descansaba el cuerpo de su compañero, que hacía seis meses había muerto de una aneurisma. “Ese día era mi cumpleaños, yo la veo con la panza grande, con su jumper celeste. Me contó que vivían en una casa con una compañera que tenía dos hijos, que estaba todo bien. Intercambiamos regalos y volviendo yo veo que en la bolsa que me regaló dos discos decía ´Zárate´, ahí registro que vivía en Zárate”.

Luego Mabel reconstruye el operativo en que secuestraron a Myriam: “El 15 de octubre se produce el operativo de las fuerzas represivas, un operativo muy grande, por testimonios de vecinos sabemos que fue el Ejército. El Ejército tenía su base en las fabricaciones militares Tolueno, en Campana”. 

Los militares llegaron a las 23 horas del 15 de octubre y se instalaron con armas en los patios de los vecinos. “Sabemos que fue un operativo muy grande, que tres o cuatro horas antes se apagaron las luces, y que ese día 15 de octubre, llegaron a eso de las 23 horas, se instalaron en casa de vecinos, con camiones, con armas, ametralladoras. Que se instalaron en los patios de algunos vecinos y se apagaron por completo las luces de toda la manzana, y entraron a disparar al grito de ´Ramiro salí, sabemos que estás ahí´”.

Eduardo esa vez logró escapar. Los niños sobrevivieron porque los ocultaron bajo colchones, debajo de la cama, pero su madre murió acribillada. Myriam, según se pudo constatar por testimonios de vecinos, salió escoltada por dos soldados del Ejército. El operativo duró tres días. Luego de la masacre permanecieron otros dos, agazapados por si volvía el movimiento. 

Los niños fueron llevados a la comisaría de Zárate y allí permanecieron dos o tres días, hasta que su Abuela los rescató. Tiempo después Claudio contaría que la policía los interrogó. 

Según testificó Mabel, durante un tiempo, se pensaba que la mujer asesinada había sido Myriam, porque eso creyó Eduardo al alejarse de la balacera. Sin embargo, los vecinos pudieron constatar que la mujer que se llevaron "era la panzona". Eduardo lo supo, antes de su desaparición en noviembre de 1977.

Mabel, sus hermanos y padres buscan saber qué pasó desde aquel fatídico 16 de octubre: "siempre hablo en plural porque es una historia que nos atraviesa y nos sigue atravesando", explicó Mabel. También buscan desde entonces a su sobrino o sobrina que debió nacer a fines de noviembre de 1976. Ese es el deseo más ferviente de la familia, por eso Mabel quiso cerrar su testimonio con una carta en la que Myriam cuenta sobre su embarazo: "Ayer, 21, entré en el sexto mes. Me siento muy pero muy bien, sin problemas de ningún tipo. Todavía me siento ágil y me muevo como si no tuviera panza", escribía Myriam. "Tenemos muchas cartas, las guardaba mi mamá. Siempre nos manejábamos por carta y son cartas muy hermosas", contó Mabel cuando el tribunal quiso saber la procedencia y pidió incorporar la esquela a la causa.

-Por supuesto. Lo más importante es encontrar al bebé, concluyó Mabel Coutada y agregó: "Mi mamá tiene 94 años y todavía espera encontrarlo”. 

Fuente: Abuelas de Plaza de Mayo
Fotografía: ANNCOL

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