(04/05/20 - Brasil)-.En una jugada que habla más de su ambición personal que de su respeto a las leyes y la Constitución, el ex juez Moro se presentó a la justicia donde declaró por varias horas y presentó pruebas, entre ellas extensas charlas de Whatsapp, que incriminan a su ahora ex jefe, Jair Messias Bolsonaro.
Lo cierto es que el hombre que como juez manipuló pruebas para sacar de carrera al candidato preferido de los brasileños y permitir el triunfo de un candidato impresentable como Bolsonaro, ahora busca llevarse puesto al mamarracho el mismo ayudó a encumbrar (¿Con la ambición de encaminarse a ser el único candidato serio de la derecha brasileña?).
Lo que no toma en cuenta el propio Moro es que, si durante un año y medio su ex jefe cometió delitos y el como funcionario público no los denunció, incurrió durante ese lapso en la violación de los deberes de sus obligaciones como tal.
Resumiendo, si conocía los hechos delictivos de su jefe y no los denunció, no solo es tan responsable como Bolsonaro, sino que además es un inmoral que no se preocupó por la violación de la Ley por parte de quien era su jefe.
El sainete de Judas y el Messias
El ex ministro de Justicia Sérgio Moro declaró durante más de seis horas y entregó 15 meses de conversaciones por whatsapp y documentación para involucrar en varios delitos de obstrucción de investigaciones al jefe del Estado.
Llamado "Judas" por el presidente Jair Bolsonaro, el ex juez y el ex ministro de Justicia Sérgio Moro declaró hoy durante ocho horas y entregó 15 meses de conversaciones por whatsapp y documentación para involucrar en varios delitos de obstrucción de investigaciones al jefe del Estado, en el mayor escándalo que registra el actual gobierno de Brasil.
Moro declaró ante comisarios de la Policía Federal con sus abogados y tres fiscales federales en la sede de la fuerza en Curitiba, la misma a la que el entonces juez de Lava Jato mandó a prisión por 580 días el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Moro, según fuentes judiciales, entregó documentación para probar las denuncias que había hecho en conferencia de prensa el 24 de abril pasado, al dejar el cargo de ministro de Justicia, luego de que el presidente impulsara el cambio del jefe de la Policía Federal para tener acceso a investigaciones en curso.
En medio de la pandemia que dejó hoy a Brasil al borde de los 100.000 contagios y con 6.750 muertos por coronavirus, Bolsonaro acusó esta mañana a Moro de ser un "Judas" por ofrecerse como delator contra su ex jefe.
El presidente se encuentra molesto por las denuncias de su ahora ex ministro y porque el juez de la corte suprema Alexandre de Moraes suspendió por "desvío de finalidad" la asunción del comisario Alexandre Ramagem, jefe de los servicios de inteligencia, en la Policía Federal, en lugar de la conducción puesta por el ex juez de Lava Jato.
La gran paradoja del día fue que, en la puerta de la sede de la Policía Federal, se empujaron e insultaron grupos de pocas decenas de simpatizantes de Bolsonaro contra otros de Moro, el mismo lugar donde Lula estuvo preso.
Ahora, Moro puede ser la peor espada para la continuidad de Bolsonaro, cambiar el panorama de su gobierno, y entregar pruebas que pueden servir para empujar un juicio político contra el mandatario por obstrucción de la justicia y otros delitos.
Moro entregó a la prensa supuestas pruebas de que el presidente quería cambiar a los jefes de la policía para acceder a investigaciones en secreto de sumario.
El fiscal general, Augusto Aras, puesto en el cargo por Bolsonaro, ordenó investigar las denuncias pero también a Moro por "falsa denuncia", algo que el célebre ex juez del Lava Jato calificó como una "intimidación".
Moro está asistido por un amigo abogado, Rodrigo Sánchez Ríos, quien en el Lava Jato defendió a poderosos condenados por corrupción por el ex juez, como el empresario Marcelo Odebrecht, ex presidente la constructora Odebrecht, y el ex jefe de la Cámara de Diputados Eduardo Cunha.
La declaración, que duró ocho horas, terminó alrededor de las 23 (misma hora en la Argentina), luego de que dos horas antes agentes de la Policía Federal salieran a buscar comida.
Ante un día negativo con Moro convertido en delator, Bolsonaro lanzó acusaciones contra su ex ministro de no avanzar investigaciones sobre el atentado que el jefe del estado sufrió en 2018 en medio de la campaña electoral, con un ataque a cuchillo.
El mandatario brasileño volvió a agitar el fantasma de que Moro ocultó informaciones sobre la investigación del atentado en su contra.
"¿Los que ordenaron el atentado están en Brasilia? ¿Judas, que hoy declara, interfirió para que no se investigara? No haré nada que no esté de acuerdo con la Constitución, pero tampoco admitiré que haga algo en mi contra y en contra de Brasil pasando por arriba de la Constitución", afirmó Bolsonaro.
Por la mañana, el Presidente fue al interior del estado de Goiás en helicóptero desde Brasilia. En la ciudad de Cristalina repitió lo de los últimos cuatro fines de semana: saludó a la gente, posó para selfies y dijo que los gobernadores e intendentes "serán responsables por el desempleo" por aplicar cuarentenas.
"Quieren derrocarme", dijo hablando a pequeños comerciantes que se sacaban fotos con él. A diferencia de otras veces, Bolsonaro usó barbijo, pero se lo quitaba para hablar, y dar besos y abrazos.
El Presidente busca mantener un tercio del electorado más fiel, pero esto será un desafío porque parte del bolsonarismo forma parte de la matriz surgida de la Operación Lava Jato, que tiene a Moro como su principal figura.
Lo cierto es que el hombre que como juez manipuló pruebas para sacar de carrera al candidato preferido de los brasileños y permitir el triunfo de un candidato impresentable como Bolsonaro, ahora busca llevarse puesto al mamarracho el mismo ayudó a encumbrar (¿Con la ambición de encaminarse a ser el único candidato serio de la derecha brasileña?).
Lo que no toma en cuenta el propio Moro es que, si durante un año y medio su ex jefe cometió delitos y el como funcionario público no los denunció, incurrió durante ese lapso en la violación de los deberes de sus obligaciones como tal.
Resumiendo, si conocía los hechos delictivos de su jefe y no los denunció, no solo es tan responsable como Bolsonaro, sino que además es un inmoral que no se preocupó por la violación de la Ley por parte de quien era su jefe.
El sainete de Judas y el Messias
El ex ministro de Justicia Sérgio Moro declaró durante más de seis horas y entregó 15 meses de conversaciones por whatsapp y documentación para involucrar en varios delitos de obstrucción de investigaciones al jefe del Estado.
Llamado "Judas" por el presidente Jair Bolsonaro, el ex juez y el ex ministro de Justicia Sérgio Moro declaró hoy durante ocho horas y entregó 15 meses de conversaciones por whatsapp y documentación para involucrar en varios delitos de obstrucción de investigaciones al jefe del Estado, en el mayor escándalo que registra el actual gobierno de Brasil.
Moro declaró ante comisarios de la Policía Federal con sus abogados y tres fiscales federales en la sede de la fuerza en Curitiba, la misma a la que el entonces juez de Lava Jato mandó a prisión por 580 días el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Moro, según fuentes judiciales, entregó documentación para probar las denuncias que había hecho en conferencia de prensa el 24 de abril pasado, al dejar el cargo de ministro de Justicia, luego de que el presidente impulsara el cambio del jefe de la Policía Federal para tener acceso a investigaciones en curso.
En medio de la pandemia que dejó hoy a Brasil al borde de los 100.000 contagios y con 6.750 muertos por coronavirus, Bolsonaro acusó esta mañana a Moro de ser un "Judas" por ofrecerse como delator contra su ex jefe.
El presidente se encuentra molesto por las denuncias de su ahora ex ministro y porque el juez de la corte suprema Alexandre de Moraes suspendió por "desvío de finalidad" la asunción del comisario Alexandre Ramagem, jefe de los servicios de inteligencia, en la Policía Federal, en lugar de la conducción puesta por el ex juez de Lava Jato.
La gran paradoja del día fue que, en la puerta de la sede de la Policía Federal, se empujaron e insultaron grupos de pocas decenas de simpatizantes de Bolsonaro contra otros de Moro, el mismo lugar donde Lula estuvo preso.
Ahora, Moro puede ser la peor espada para la continuidad de Bolsonaro, cambiar el panorama de su gobierno, y entregar pruebas que pueden servir para empujar un juicio político contra el mandatario por obstrucción de la justicia y otros delitos.
Moro entregó a la prensa supuestas pruebas de que el presidente quería cambiar a los jefes de la policía para acceder a investigaciones en secreto de sumario.
El fiscal general, Augusto Aras, puesto en el cargo por Bolsonaro, ordenó investigar las denuncias pero también a Moro por "falsa denuncia", algo que el célebre ex juez del Lava Jato calificó como una "intimidación".
Moro está asistido por un amigo abogado, Rodrigo Sánchez Ríos, quien en el Lava Jato defendió a poderosos condenados por corrupción por el ex juez, como el empresario Marcelo Odebrecht, ex presidente la constructora Odebrecht, y el ex jefe de la Cámara de Diputados Eduardo Cunha.
La declaración, que duró ocho horas, terminó alrededor de las 23 (misma hora en la Argentina), luego de que dos horas antes agentes de la Policía Federal salieran a buscar comida.
Ante un día negativo con Moro convertido en delator, Bolsonaro lanzó acusaciones contra su ex ministro de no avanzar investigaciones sobre el atentado que el jefe del estado sufrió en 2018 en medio de la campaña electoral, con un ataque a cuchillo.
El mandatario brasileño volvió a agitar el fantasma de que Moro ocultó informaciones sobre la investigación del atentado en su contra.
"¿Los que ordenaron el atentado están en Brasilia? ¿Judas, que hoy declara, interfirió para que no se investigara? No haré nada que no esté de acuerdo con la Constitución, pero tampoco admitiré que haga algo en mi contra y en contra de Brasil pasando por arriba de la Constitución", afirmó Bolsonaro.
Por la mañana, el Presidente fue al interior del estado de Goiás en helicóptero desde Brasilia. En la ciudad de Cristalina repitió lo de los últimos cuatro fines de semana: saludó a la gente, posó para selfies y dijo que los gobernadores e intendentes "serán responsables por el desempleo" por aplicar cuarentenas.
"Quieren derrocarme", dijo hablando a pequeños comerciantes que se sacaban fotos con él. A diferencia de otras veces, Bolsonaro usó barbijo, pero se lo quitaba para hablar, y dar besos y abrazos.
El Presidente busca mantener un tercio del electorado más fiel, pero esto será un desafío porque parte del bolsonarismo forma parte de la matriz surgida de la Operación Lava Jato, que tiene a Moro como su principal figura.
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