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Entre 'El destino manifiesto' y 'Crónica de una muerte anunciada'

(09/06/20 - Opinión, *Por Jorge Rachid)-.
Entre el pensamiento anglosajón y la construcción filosófica latinoamericana, hay un abismo, el que separa la mirada de Faulkner de García Márquez, con las excepciones de Hemingway y Borges de un lado y del otro, aunque el nuestro tuvo su etapa criolla.

Así se expresa cuando la tragedia humana de muertes, intenta ser simplificada u ocultada por la crisis económica que provoca la Pandemia. Cuando el horror provocado por fosas comunes de miles de muertos, es presentado como un éxito, cuando se recuperan dos millones de puestos de trabajo, después de haber provocado la crisis, decenas de millones de desocupados. 

Esa mirada de Trump y de los Bolsonaro, los Macri, los Pichetto, Bullrich y otros personeros del capitalismo financiero, no comprenden aún, como una simple molécula, menos que un “bicho”, les provocó quedarse desnudos frente a la Comunidad Internacional.

Esas ideologías confrontan en el terreno filosófico del mundo occidental de los objetos, del materialismo consumista e individualista del “ser” hegeliano, que llevó a esta situación límite de un mundo invivible, que naturalizó muerte y destrucción de seres humanos y naturaleza, enfrentando la visión mestiza americana, criolla del “estar” humano de nuestro Rodolfo Kush, pensado desde la Epistemología de la Periferia, denominación difícil para una concepción simple, que el maestro Fermín Chávez definió para nosotros: “no somos periféricos de nadie, sino en centro de nuestras determinaciones”.

Estos párrafos me sirven para explicar cómo una Comunidad, la norteamericana, expresa en un solo acto, la acumulación de situaciones raciales, autoritarias, represivas de quienes enarbolando la “supremacía blanca”, han llenado de dolor social a un pueblo, que ya tenía oculto bajo la alfombra de su Destino Manifiesto, 70 millones de personas, en el límite de la pobreza. 

No es casual que el pensamiento anglosajón consolide el liderazgo racial y materialista, de un Imperio construido en base a la expansión y el crimen, hacia otros países, comenzando por la ocupación de México, arrasando Medio Oriente y bloqueando Venezuela, Nicaragua y Cuba, como práctica medieval, de asfixiar a los pueblos, en una situación que habían naturalizado, desde una sociedad hipócrita.

Pero los más 100 mil muertos norteamericanos, por una práctica de consolidación de “los objetos” económicos, no pueden ocultarse, ni aún como lo hace Bolsonaro no dando más información. 

“Cuando los pueblos agotan su paciencia, hacen tronar el escarmiento”, nos dijo un viejo y sabio General. Es que la tragedia de EEUU estaba escrita en letras indelebles que nadie quería reconocer, las gritaba Sanders, las expresaba Chomsky, Michael Moore, pero el mundo de los aliados incondicionales, los “lamebotas” criollos, creyeron que el destino manifiesto los incluye, pero nunca supieron que sólo era para limpiar los baños de la basura imperial.

García Marquez relató Macondo, que en su humildad pueblerina, universalizó el mundo de los afectos, fantasías, esperanzas e ilusiones, que anidan en los pueblos latinoamericanos. Esa conjunción de sentimientos múltiples que conjugan la conciencia criolla y mestiza, que deviene de la historia, las costumbres, la Pachamama, la transmisión oral familiar, es la que nunca podrá ser comprendida por el posibilismo egoísta eurocéntrico.

Por esa razón “ellos” cuentan muertos por miles y nosotros, en Argentina intentamos contar vidas. Mientras “ellos” hablan de crisis económica, nosotros nos preparamos para la batalla sanitaria, que en EEUU perdieron desde el minuto uno de la crisis pandémica. 

Esa dicotomía expresa el abismo conceptual, no grieta política, de un antiimperialismo simple, sino mucho más profundo que es la lucha por los valores biocéntricos. Es la confrontación de miradas, que son conjuntos de ideas, sobre la cuales priorizamos la vida de los seres humanos y la naturaleza, por sobre los “objetos” del mundo “occidental”, relatados por Kush.

O sea que se puede leer la realidad en clave política e ideológica y ya nada resulta casual. Los miles de muertos responden a patrones establecidos por prácticas políticas y liderazgos mesiánicos, no nacen de un virus solamente, sino del desprecio profundo por la vida humana, que tienen determinadas sociedades asociadas al “destino manifiesto”, entre ellas las minorías dominantes con alto poder de fuego mediático que construye sentido y financiero que corrompe los estados.

La vida de los pueblos, se construye en Latinoamérica, con el fuego y la pasión propia de los sentimientos más profundos arraigados en la Comunidad, como la solidaridad, el bien común, la justicia social, que pretendemos construir en cada etapa. Desde el peronismo, inmersos en el conjunto del movimiento nacional y popular de Patria Grande soberana.

*Primero la Patria

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