El Gol de Leucocito

"Es una dictadura, no tenemos libertad" grita indignada la señora bien de recoleta que quiere que le abran el comercio donde toma el té con sus compañeras de jaula.

¿Y la vida qué?
bajo el pretexto de las pocas muertes que deja el Covid a su paso, la derecha repugnante (los que juegan a que son halcones y los que juegan a que son palomas) nos invita a salir a reclamar nuestra libertad. La libertad de morirnos.

La libertad de aquellos que (y somos muchos) no tenemos una privada que sale entre cuarenta y sesenta lucas por mes mínimo y deberemos ir a un hospital público cuando nos contagiemos, lugar que disputaremos con ellos cuando sus clínicas colapsen (porque también colapsarán) y donde deberemos no solo sobrellevar el virus, sino la ponzoña de esas lacra sociales que se lamentarán de lo mal que funciona el sistema de salud.

Darwinismo al palo
Nos quieren hacer creer que todo esto es una gigantesca operación mediática para para inocularnos miedo y realizar un negociado fenomenal a favor de los laboratorios. Y los antecedentes de la organización Mundial de a Salud (OMS) y de los laboratorios no ayudan en nada a descartarlo de plano, sin embargo que sujetos impresentables desde donde se los mire como trump, Piñera, Macri y Bolsonaro obligan a replantearnos todo.

El desequilibrado mental que habita la Casa Blanca es quizás quien más luz aporte, junto a su émulo Jair Messias Bolsonaro, sobre el tema, al señalar que esta pandemia no va a acabar con la enfermedad, que en el peor de los casos realizará una limpieza de la sociedad barriendo con los más débiles. Una suerte de versión 'civilizada' de la política de la Grecia antigua arrojando a los discapacitados del Monte taigeto.

Cada quien con su idea, cada quien desde su palo, su vereda, sus valores. Su conciencia.

El Gol de Leucocito

Diego Leuco es hijo de Alfredo, alguna vez muy de izquierda (vease que aún tratándose de Alfredo evito usar la terminología de la dictadura cívico militar a los herederos de quienes alguna vez enfrentó hoy abraza) luego radical y hoy directamente antipueblo.

El periodismo partidario derechista, ese que necesita decir cada dos minutos que es independiente para tratar de desmarcarse de los fines horribles para las mayorías que defienden, parece haber adoptado la costumbre de la justicia y sus prácticas monárquicas, colocando cada vez más delfines en lugares sucesorios. leucocito, vialecito, y siguen los citos.

Sujetos de cuestionable capacidad, pero adaptados a las costumbres desde la cuna, y que cumplen sin trepidar su rol de capangas opinacionales mientras se les garantice bienestar económico.

¡A cualquier costo!

Y su capacidad es tan cuestionable, y su mediocridad es tan obvia, y su estupidez es tan insultante que muchas veces terminan neutralizándose a si mismos y requieren de un recambio, como pasó con Santoro, como pasó con fantino y con Lanata y cuando ya no sirven, igual que con los CEOs sae les garantiza un retiro confortable y la oportunidad de cada ensayar si pueden volver a ser funcionales.

Allí el festejo, esa liberación de la frustración contenida durante 143 días.

¡CIENTO CUARENTA Y TRES DÍAS!

Ciento cuarenta y tres días de acción desestabilizante; de limar y esmerilar; de llorar por no poder visitar a la sobrinita, salir a correr, ponerla, visitar al abuelo...

¡No jodan más! 

¡No mientan más!

Muchachos... ustedes no tienen alma y mucho menos capacidad de empatía, a menos que les paguen para tenerla.

¡NO JODAN MÁS!

¡Sus operaciones están costando vidas!

Vidas de gente que tiene hijos y padres y hermanos y ama y hasta debería odiar, pero de tan gente muchas veces ni siquiera lo hace.

Pero ¡NO JODAN MÁS!

Porque un día, más temprano que tarde, esa gente se va a dar cuenta y mucho cuidado con la ira de los mansos.

¡Deja de festejar en cámara, leucocito!

Festejá en privado, como lo hacías hasta ahora que es un poco más digno.

*Director de Diario Reporte Sur