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Cuando dicen 'Ucrania' pensando realmente en Rusia

(08/12/21 - Conflicto Ruso - Ucraniano, Opinión, Por Edelberto Matus)-.En los alrededores de lo que hoy es Kiev, capital de Ucrania, nació la nación rusa que al unir definitivamente a la mayoría de los grandes pueblos eslavos dieron origen al Estado ruso, del que a la postre surgió el gran Imperio ruso, que a su vez (mediante una Revolución socialista y un complot contrarrevolucionario que setenta y cuatro años después demolería a la URSS) darían origen a la Federación Rusa, Bielorrusia, Ucrania y otras repúblicas que hoy forman el espacio postsoviético.

Rusia y Ucrania son por sus componentes étnicos, culturales e históricos una comunidad de pueblos hermanos que durante siglos han enfrentado a enormes enemigos en unidad, vicisitudes de las que han salido victoriosos gracias precisamente a esa unidad forjada en sangre y sudor.

Sus incontables enemigos, conscientes de que en la unidad de estos pueblos (convertidos con el paso del tiempo en naciones) ha residido su mayor fortaleza e invencibilidad, desde siempre han tenido como principal estrategia dividirlos, alejarlos política, social, cultural y militarmente uno del otro.

Así, en la edad media, polacos, escandinavos, teutones, bálticos, rumanos, otomanos, mongoles  y en la contemporaneidad, franceses, ingleses, italianos, húngaros, búlgaros y alemanes entre otros se han estrellado contra las murallas de la unidad ruso-ucraniana.

Si dividir a estos dos pueblos ha sido imposible para sus enemigos, enfrentarlos uno contra otro ha sido hasta hace poco, impensable.

Sin embargo, luego de la independencia de Ucrania en agosto del 91 (evento que prometía una vecindad por lo menos pacífica y de colaboración con la Federación Rusa), la nueva república empezó a ser blanco de la exacerbación nacionalista promovida por grupos poderosos de la nueva oligarquía ucraniana pro-occidental, asociaciones mafiosas y políticos anti-patrióticos apoyados desde Polonia, la Unión Europea y especialmente de los EE UU.

Se agitaron los sentimientos rusófobos, principalmente en la regiones occidentales del país y pronto se empezó a organizar el golpe de Estado “suave” (en realidad una verdadera guerra híbrida) en contra de las autoridades nacionales electas. En pocas semanas el movimiento “Maidán” (como denominaron las grandes corporaciones mediáticas globales a las acciones violentas e ilegales) tumbó al gobierno y el país entero entró en un vórtice auto-destructivo, que aunque parecía genuinamente “ucraniano”, en realidad es hasta hoy en día un libreto escrito (hasta en sus más últimos detalles) por las potencias occidentales.

Rusia, aunque con una doctrina militar defensiva, en la que prima la búsqueda de consensos, la diplomacia y la solución de conflictos por métodos pacíficos, es hoy la segunda potencia militar del planeta (adelantando a los gri*gos  en muchos rubros del armamento estratégico y táctico), superando plenamente a la UE y la OTAN en potencia de fuego, tecnología y experiencia militar, así como en preparación y modernización de sus Fuerzas Armadas.

Pese a que tanto la Unión Soviética como la Guerra Fría ya no existen, para el Imperialismo ya*qui y sus seguidores, la Federación Rusa continua siendo, junto con China, su principal enemigo. La “trampa” de Tucídedes cobra relevancia para la antigua potencia unipolar.

Si en la región del Mar Meridional Taiwan es la piedra angular para desarrollar la estrategia ya*qui de confinamiento del poderío militar y económico chino (y amenaza de una guerra punitiva contra el gigante asiático) en Europa, Ucrania juega un rol parecido en los planes agresivos de Occidente.

A un paso más allá de una nueva Guerra Fría, abiertamente se impulsa contra la Federación Rusa la Guerra de Cuarta Generación que combina intentos de golpes de Estado “suaves” en Rusia (y principalmente en su entorno, donde aún no se hayan implementado exitosamente como sucedió en Georgia y Ucrania), la creación de un estados situacional pre-bélico en las fronteras (avance de la OTAN hacia el Este, entrenar y armar a Ejércitos, ejecutar provocaciones abiertas con sus navíos y aviones, etc.); la instalación de equipos y  armamento táctico nuclear (cohetes  de mediano alcance) cerca de sus fronteras, ,la  máxima presión en mares adyacentes (incluso controlar la actividad o expulsar a la Armada Rusa del Mar Negro, el Báltico, Pacifico y los Mares del Norte) .); el exacerbamiento del espíritu anti-ruso en las sociedades  de países vecinos y ahora hostiles a Rusia;  y finalmente, el desgaste económico del gigante euroasiático  tanto por la alerta de guerra en sus fronteras (tierra, mar e inclusive, en el Espacio exterior) como por la interferencia en su comercio exterior. 

Todo esto con el fin de destruir a Rusia como competidor, como potencia militar global y reducirla (como a principios de la década del noventa) a suplidor de materias primas para la industria capitalista mundial. Quitarle los colmillos y garras al oso para convertirlo en un peluche obediente e “integrado“ a Occidente y al Sistema. 

Destruido o condicionado el poder militar de Rusia, decaería su influencia política, se debilitaría otro enorme competidor global como es China, los intereses geopolíticos y geoeconómicos ya*quis en Medio Oriente, Asia Central, Mediterráneo, lejano Oriente y sobre todo en la crucial región del Indo-Pacifico, retomarían el mismo curso del siglo XX: Subyugación y control al gran hegemón imperialista.

Por eso es tan importante enemistar a Ucrania de Rusia. Hay mucho en juego. Desencadenar una guerra regional o al menos escaramuzas fronterizas que luego serían maximizadas por el amplificador mediático global, sin importar cuantos muertos o recursos cuesten a Rusia y Ucrania. 

Todo esto sin que los yanquis se “ensucien” las manos en una guerra que posiblemente nadie ganaría, pues estaría garantizada la mutua destrucción de las potencias y la mayor parte de la civilización humana. 

Está claro entonces que cuando los yanquis hablan de Ucrania, están pensando en Rusia.

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