el cinco de diciembre pasado la Autoridad del Servicio Arqueológico del Emirato de Sharjah dio a conocer el último artefacto descubierto en el yacimiento de Mleiha. La pieza encontrada era una de las tres patas de un incensario de bronce fundido en el siglo I d.C. y que sostenía un cuenco en el que se quemaban las resinas aromáticas tan abundantes en el sur de la Península Arábiga. Este oasis era un punto estratégico en medio del desierto, pues permitía controlar la ruta caravanera de costa a costa, lo que hizo que se construyera un fuerte para su defensa y una necrópolis en el mismo lugar.
La enigmática presencia de este artefacto tan lejos de las fronteras del Imperio es una buena muestra del alcance de sus conexiones comerciales.
Tanto ayer como hoy esta zona del Golfo Pérsico era muy concurrida por las naves comerciales, pues el cercano estrecho de Hormuz conectaba los puertos de la India con Mesopotamia y el lejano Egipto bajo control romano. Por estas rutas llegó el incensario a Mleiha, uno más de los miles de productos que se movían por esta importante arteria comercial durante el siglo I.
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