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Un sobrevivente relató la sustracción de su identidad durante la última dictadura

(16/09/22 - Derecho a la Identidad)-.Un hombre relató hoy ante el Tribunal Federal 1 de La Plata, que investiga el crimen de cinco personas y la sustracción de identidad y abusos sexuales sufridos por dos niños y una niña en un hogar para menores de Banfield, el secuestro de su madre y su traslado a dicha institución donde también le cambiaron la identidad y recibió severos castigos físicos.

Se trata de Sebastián Juárez, hijo de Carlos Benjamín Santillán, desaparecido en 1977 y Lucinda Juárez, secuestrada y desaparecida el 13 de mayo de 1977 en la localidad de Claypole, cuando estaba con su hijo.

"A mi mamá se la llevaron y a mi, que tenía 3 años, me dejaron en casa de un vecino, luego me llevaron a la jueza de menores Marta Pons que me introduce en el Hogar de Belén cambiándome la identidad", relató el hombre a los jueces del TOF 1 de La Plata.

Se trata de un juicio unificado en el que se analizarán los delitos de lesa humanidad cometidos el operativo represivo de marzo de 1977, donde fueron asesinadas Vicenta Orrego Meza y otras víctimas y, por otro, juzgará lo ocurrido con los tres hijos de Vicenta, a quienes se retuvo, ocultó su identidad y abusó sexualmente en un hogar para niños de Banfield.

"A mí me anotan como hijo propio de Maciel, uno de los dueños del hogar. Éramos como 12 chicos ahí, todos con apellido Maciel", detalló y confirmó que entre esos niños estaban los 3 hijos apropiados a Vicenta Orrego Meza, Carlos Alberto Ramírez, María Ester Ramírez, Alejandro Mariano Ramírez, hijos de Vicenta.

"Me decían que mi mamá no me quería, que me había abandonado, que eran delincuentes", recordó y contó que en el lugar había un régimen estricto de disciplina, y que si eran infringida motivaba la aplicación de castigos.

"Nos pegaban con una regla, con las zapatillas, con el cordón de la plancha, nos encerraban en el baño y nos metían la cabeza bajo el agua fría, mientras nos decían que nos portábamos mal porque éramos hijos de subversivos, que éramos conflictivos por eso", precisó.

En el Hogar convivió con los tres hermanos Ramírez y relató que tanto a ellos como a él los bautizaron, siendo sus padrinos militares y policías.

Sebastián estuvo 7 años en el Hogar de Belén, hasta que un tío materno exiliado en España inició su búsqueda ayudado por Abuelas de Plaza de Mayo.

"La primera vez que vi a mi tío materno fue a través de una ventana. El tenía pelo largo y barba y a mi me habían dicho que quienes eran así eran malas personas así que en un primer momento sentí rechazo", recordó.

El hombre recién el 22 de mayo de 1984 fue restituido a su familia, y se instaló en la provincia de Córdoba, donde vive actualmente.

"Para mi esto fue una privación de la libertad. La jueza Pons sabía quién era yo y me introdujo en el Hogar de Belén donde estuve 7 años. Si te llamás Pedro, sos Pedro, la identidad de cada uno es sagrada, debe ser sagrada", concluyó.

El TOF 1 juzga desde marzo último el operativo ocurrido el 15 de marzo de 1977, cuando fuerzas represivas rodearon la casa ubicada en las calles Nother, entre Santa Cruz y Tierra del Fuego, del Barrio de San José, partido de Almirante Brown y dieron muerte a sus moradores.

Allí residía desde hacía aproximadamente tres meses, Vicenta Orrego Meza de Ramírez con sus tres hijos, Alejandro Mariano de dos años, María Esther, de tres, y Carlos Alberto de cinco 5 años.

Dos semanas antes del operativo, la mujer había dado alojamiento a una pareja de militantes de la organización Montoneros, María Florencia Ruival y José Luis Alvarenga, quienes estaban huyendo de la persecución de las fuerzas de la represión ilegal.

Sin identificarse, integrantes del grupo de tareas que ingresó a la casa abrieron fuego contra el inmueble e iniciaron una balacera que se prolongó, por al menos, quince minutos.

Desde el interior de la casa se pidió "un alto el fuego" para poder evacuar a los niños que estaban en la vivienda, algo que los represores concedieron .

Al cesar los disparos, Vicenta Orrego Meza comenzó a evacuar a sus hijos por la ventana que daba al fondo de la vivienda, entregándoselos a un policía que los iba dejando en un baldío lindante.

Primero salió Carlos luego María Esther, y cuando salía Vicenta exhibiendo un trapo blanco y llevando en sus brazos al menor de sus hijos, Mariano Alejandro, fue acribillada a balazos y rematada de un disparo en la cabeza.

Los niños, que habían quedado abandonados en el baldío en medio de la balacera fueron retirados por Raúl Vitasse, un vecino que los tuvo unos días en su casa y luego los llevó a la comisaría, para que la policía localice a sus familiares, pero eso no fue posible.

Los tres hermanos Ramírez fueron derivados por orden de la justicia de menores al Hogar Belén, donde su personal no se ocupó de localizar a ningún familiar de los niños.

En el Hogar los tres hermanos sufrieron maltratos y abusos sexuales y violaciones, los que ocurrían generalmente en el baño.

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