Después de 14 meses de tensiones, y sin Matteo Salvini en el Ministerio del Interior, las cosas entre Italia y Francia están cambiando.
El presidente galo, Emmanuel Macron, fue el primer mandatario en viajar a Roma (la capital de Italia), tras la formación del nuevo Gobierno, un gobierno más proeuropeo y menos antimigración.
La sintonía entre los dirigentes italiano y francés fue total, incluido el asunto que desde hace años provoca fricciones entre ambas capitales: la migración. La cuestión de fondo es el cambio que deberán implantar para establecer un sistema que aligere la presión sobre Italia.
Roma denuncia desde hace mucho tiempo que estados miembros de la Unión Europea (UE) no han compartido la carga de los cientos de miles de personas que llegaron a sus costas en los últimos años.
El presidente francés, asimismo, admitió que Europa no ha sido todo lo solidaria que se esperaba en estos años con Italia, y subrayó que la respuesta al desafío “no está en la provocación nacionalista, sino en una coordinación europea leal y eficaz”. También apoyó la idea de crear un mecanismo de distribución automática de los migrantes.
Italia ha propuesto reformas estructurales al acuerdo de Dublín, que establece que el país de acogida es el que debe inscribir al inmigrante y concederle derecho de asilo. Esta propuesta junto con otras serán el foco de intensas negociaciones en una mini cumbre de ministros de Asuntos Exteriores de la UE en Malta el próximo lunes, a la que asistirán diplomáticos de Italia, Alemania, Francia y Malta.
Publicar un comentario