Hay temas imperceptibles al ojo del compatriota que trabajando, no tiene tiempo de sutilezas idiomáticas, que van transformando y naturalizando en años, nuevas miradas sobre nuestras propias realidades.
No olvidar que “quien nomina, domina” y en ese sentido quienes manejan políticas claras de dominación, a nivel internacional, en las ciencias sociales, a nivel internacional, van destruyendo conceptos e incorporando otros, que van cambiando nuestra percepción del mundo.
Esto que parece una mirada conspirativa de la historia, nos permite introducirnos en el tema del lenguaje y cómo éste va configurando en el espacio simbólico de los argentinos, es decir en los niveles de conciencia colectiva, nuevas formas de mirar la realidad. Los medios hegemónicos, son las grandes herramientas de imposición de estas estrategias de colonización.
Pensemos en la desaparición de los medios de la palabra Pueblo, lo cual no es un dato menor que dejemos de reconocernos como tal y comencemos a llamarnos en términos disipados “gente”, en el marco de una “sociedad”, que remite a instituciones y personas individuales.
Lo individual es lo contrario a lo colectivo que se expresa en una Comunidad, que ya es la identificación del lugar de pertenencia y de identidad, es la construcción de Pueblo como objetivo común de Patria. Entre los individual, promovido por el neoliberalismo de un hoy, sin un mañana posible, está la Comunidad Organizada como Pueblo en busca de su destino común, en función de sus propios intereses estratégicos.
Así como desapareció de los mapas primero la Antártida y después Malvinas sutilmente, aparecieron palabras, que taparon, enterrando otras, que describían con precisión realidades urbanas. Así desaparecieron la Villas de emergencia pasando a llamarse “asentamientos”, la deserción escolar fue transformada en “desgranamiento”, la pobreza pasó a ser NBI “necesidades básicas insatisfechas” y podríamos seguir con la lista.
Piense cada uno de nosotros, en cómo hemos comenzado a usar esos conceptos y cómo esa internalización, fue modificando en el conjunto de la comunidad, la mirada sobre nosotros mismos y aquellos, que antes eran compatriotas , hermanos latinoamericanos y ahora son las causas de todos los males, en una espiral racista de destrucción del “otro”.
Esa conducta que empieza con los inmigrantes se replica después en la política, en donde el cristal del ojo, convierte la realidad en un campo de batalla: peronismo-antiperonismo, choriplaneros versus “runnner” (antes maratonistas) y así cada acto de la vida cotidiana, está teñida por una confrontación que se va prolongando en el tiempo, que después llaman grieta, los mismos que la propician y echan nafta al fuego en forma cotidiana, en su afán colonizador.
En las fechas Patrias esas conductas se repiten, ocultando la historia de nuestros Padres Fundadores, cada uno de ellos estigmatizado y condenado en su tiempo, por la magnitud y la humanidad de sus luchas: San Martín tachado de traidor a la Patria por Rivadavia al negarse a retornar el Ejército Libertador a la lucha civil, de su gesta emancipadora; Artigas también colocando precio a su cabeza “vivo o muerto”, por Posadas, Alvear y Sarratea; Bolívar denostado por la historia oficial mitrista.
Al enorme Belgrano, creador de la bandera Patria, en 1812 siendo castigado por ese hecho, por quienes aún no asumían la independencia y se seguían considerando provincia de las Cortes de Cádiz en el exilio napoleónico. La bandera española flameó frente al Fuerte de Buenos Aires hasta 1813, año en que la Asamblea Constituyente aprobó la bandera Patria, en silencio, en forma reservada.
Como el peronismo ha sido una valla infranqueable para esos fines, es atacado y vilipendiado, denigrado y perseguido por la canalla, sumisa al coloniaje, como fueron los movimientos populares y federales, a lo largo de la historia.
Primero La Patria
Publicar un comentario