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Laura Alonso no solo asesoró al gobierno macrista sino que además ocultó expedientes que lo comprometían

(11/08/20 - Gestión Macri)-. El hecho informado sería un escándalo de proporciones si no se tratase de otra mancha más en esa gestión atigrada del gobierno neoliberal conservador de la Alianza Cambiemos.

Laura Alonso supo definirse como chupamedias y enamorada de ojitos de cielo, su jefe político Mauricio Macri y al comenzar la gestión de la alianza derechista no llamó la atención que fuera considerada la persona ideal para ocupar la Oficina Anticorrupción.

No llamó la atención siendo una acción de un gobierno que intentó meter dos jueces de la Suprema Corte por la ventana y comenzó una tarea de devastación de todo lo construido por los doce años de gestión kirchnerista en materia de infraestructura y desarrollo soberano.

Debió haber sido un escándalo si se hubiera tratado de un gobierno como el que decían realizar, pero que era todo lo contrario a lo que predicaban.

Es que la funcionaria en cuestión, protagonista del acoso telefónico al fiscal Nisman horas antes que se suicidara, no cumplía los requisitos básicos para ser la titular de la OA, por ejemplo, ser abogada, pero por supuesto todo esto no importaba en un gobierno cuya vicepresidenta después recibiría al presidente francés y lo saludaría en un supuesto idioma galo que no hablaba ni mucho menos, solo para mostrar un poco de la improvisación y la desvergüenza de esta banda cheta que se creía capaz de hacer cualquier cosa aunque no supiera cómo ni estuviera dispuesta a aprender a hacerlo.

Así las cosas, la titular de la Oficina Anticorrupción fue protagonista de hechos asombrosos y que la hubieran llevado a la eyección de un gobierno serio y quizás hasta hubiera arrastrado al gobierno mismo, por ejemplo una suerte de seminario de perfeccionamiento del afano, o como ella misma lo presentó, el asesoramiento a los ministros y funcionarios de que cosas no debían firmar cuando hubiera conflictos de intereses.

Es decir, para traducirlo al criollo, Alonso les decía cómo tenían que hacer que poder hacer sus negocios sin que quedaran anulados pr tratarse, por ejemplo, de compras a sus propias empresas.

Pero eso no fue todo, ya culminando su gestión, entrevistada por un medio dijo que ella "no investigaba las acciones de su gobierno para que no se pensara que era parcial". 

Y cuando ya creíamos que no podría haber hecho nada más reñido con sus supuestas funciones, sale a luz que además, la funcionaria con cara de titanio se encargó de ocultar expedientes que comprometían al fçgobierno que comandaba Ojitos de Cielo.

La militante Pro empezó a resolver un expediente de 2018 con 69 casos de conflicto de interés el 2 de diciembre de 2019, es decir, apenas ocho días antes de dejar el cargo

Según se desprende de un trabajo de la nueva administración de la Oficina Anticorrupción (OA), su anterior titular, Laura Alonso, aparece involucrada en otro escándalo que refleja el vergonzoso conflicto de intereses que fue moneda corriente durante el gobierno de Mauricio Macri.

Se estableció que la ex funcionaria recién empezó a resolver un expediente de 2018 con 69 casos de conflicto de interés el 2 de diciembre de 2019, es decir, apenas ocho días antes de dejar el cargo. Y no abordó todos sino apenas 28, de los que archivó 9. Macri, muchos de sus ministros y funcionarios de áreas clave, se vieron favorecidos. Incluso, un integrante del ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable figura relacionado a 300 empresas.

El rol de la OA es evitar que se materialice un conflicto de interés, que es la puerta a varios delitos. Por eso, no tenía ningún sentido haber tomado medidas a una semana del cambio de gobierno, cuando todos los funcionarios involucrados estaban ya en retirada. A contramano de lo que se necesita, que es una respuesta rápida de la OA, Alonso demoró casi un año y medio en tratar este caso paradigmático, conocido como “Casa Matriz”.

Según reveló el periodista Franco Mizrahi en “El Destape”, el expediente interno que nucleaba estos casos de conflicto de interés lo encontró paralizado la nueva gestión del organismo, a cargo de Félix Crous, que se dedicó a estudiarlo. Lo que se desprende de allí explica, entre otras cosas, por qué en 2019 cuando estaba al frente del organismo, Laura Alonso se resistió a brindar información de su gestión a la Auditoría General de la Nación.

Hace dos años, el 1° de agosto de 2018, se le dio impulso en la OA a un expediente que cuatro meses más tarde recomendaría profundizar la investigación en torno a 69 funcionarios macristas que “tendrían algún tipo de vinculación con determinadas empresas del sector privado, ya sea en rol de autoridad, socio o representante”.

Era tal el escándalo, que el 8 de enero de 2019 la investigación avanzó. Y en referencia a 52 funcionarios, se señaló: “Habiendo detectado que los funcionarios antes mencionados no han declarado las sociedades aquí descriptas y ante la posibilidad de que pudieran haber omitido tal información en razón de haber estado vinculados al tiempo en que debieron presentar sus declaraciones juradas o seguir manteniendo actualmente aquellas vinculaciones, a juicio de esta Dirección correspondería se formulen los requerimientos de aclaraciones patrimoniales pertinentes.”

Habían pasado 5 meses desde la apertura del expediente. Y tuvieron que pasar 11 más para que Laura Alonso intervenga en el asunto. Pero, a la luz de los hechos, fue para darle cobertura a los altos funcionarios involucrados, más que para evitar que se cometan delitos en la función pública.

Es que recién el 2 de diciembre de 2019, a ocho días de la asunción de Alberto Fernández, se realizó un informe en el marco de este expediente en el que se señala que “en un número significativo de los casos abordados no se advierten situaciones que ameriten la apertura de una investigación por posible infracción al régimen de conflictos de intereses y, en todo caso, de acuerdo a los criterios de la oficina en casos precedentes, correspondería formular instrucciones preventivas.”

La gestión actual de la OA estudió el caso: “Si se analiza el (último) informe, se encuentra que se trata de una reseña de 28 casos de funcionarios, sus vinculaciones con empresas privadas, las actuaciones tramitadas en el ámbito de la Subsecretaría de Integridad y Transparencia, y las recomendaciones que se sugieren caso por caso”. En ese lote de 28 casos había cuatro que no estaban en el listado inicial de 69, por lo que el total de funcionarios que debieron ser analizados en profundidad asciende a 73.

Si bien el gobierno de Macri había llegado prácticamente a su fin, en 19 de estos casos se recomendó la solicitud de información adicional, ya sea al funcionario comprometido, al organismo donde se desempeñó o a la IGJ. En algunos casos, también se sumó a la empresa con la que podría tener conflicto de interés. Para el resto, se sugirió el archivo del caso.

Mientras tanto, el martes pasado, sin temor a la vergüenza, Laura Alonso pidió a la Oficina Anticorrupción que investigue si algunos abogados de la comisión asesora que propuso Alberto Fernández para la reforma judicial tendrían conflictos de intereses, como Carlos Beraldi y León Arslanián.

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