Más de 20 autobuses, que transportan a casi mil personas, salieron de los campamentos en la región de Cox's Bazar, en dirección a la isla Bhashan Char, un área propensa a inundaciones y vulnerable a ciclones frecuentes. Los refugiados de la minoría más perseguida del mundo dicen que se habían apuntado para ser reubicados por obligación y no por elección.
Grupos humanitarios enfatizan que no se debe trasladar a ningún refugiado hasta que se hayan resuelto todas las necesidades humanitarias y se haya asegurado el consentimiento completo e informado a las personas involucradas. Algunos de los Rohingya denuncian las amenazas de muerte que han recibido, en caso de negarse a partir.
Amnistía internacional (AI) expresó su profunda preocupación respecto a una vigilancia independiente de los derechos humanos y de la habitabilidad de la isla, que emergió del mar hace 20 años y nunca ha sido habitada. Además, el Gobierno no ha permitido a nadie, ni siquiera a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a realizar una evaluación antes de reubicar a la gente.
El estado de Rajine, en Myanmar, hogar de los musulmanes Rohingya, atrajo la atención mundial en 2017, cuando más de 750 mil personas, huyeron al vecino Bangladés para escapar de la brutal represión del Ejército birmano, en el país de mayoría budista. Según los investigadores de la ONU, esta represión se llevó a cabo con intención genocida y fue tildada de limpieza étnica.
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