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La cuestión nuclear de Irán: Proyecto de expansión territorial de la dirigencia teocrática

(02/02/21 - Irán, Opinión*)-.En tiempos de Saddam, con el argumento de la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, bloquearon el país, lo debilitaron y luego fue invadido por EE.UU. y la alianza occidental, con asistencia de Teherán.

El acuerdo sobre el programa nuclear firmado con Irán, fue definiendo la necesidad coyuntural de EE.UU. y de sus aliados. Un sospechoso arreglo que definitivamente terminó auxiliando al Estado teocrático islámico.

La insurgencia en la Mesopotamia iraquí seguía demandando la presencia de los agentes de Teherán en la región, fundamentalmente de las milicias de filiación chiíta, creadas para sofocar las acciones militares provenientes de todas las vertientes ideológicas del campo de la resistencia. Otras de las tareas de estos asistentes de las fuerzas de ocupación, es la de fomentar e incentivar las diferencias en el campo popular. Estas relaciones acuerdos tienen un precio alto para los pueblos expuestos a la crisis que vive la región.

En el caso de que el potencial programa nuclear iraní tuviera un fin bélico, estaría dirigido hacia los países del Golfo Árabe. Los pueblos esparcidos en la península de Arabia son las únicas víctimas, permanentemente amenazados por la prepotencia, la arrogancia y las retorcidas intenciones del colonialismo persa que sueña con la anexión de territorios árabes.

Bahrein forma parte del sueño anexionista de Teherán, y las tres islas del estrecho de Ormuz, Gran Tumb, Pequeña Tumb y Abu Mousa, a pesar de los reclamos internacionales, están lejos de poder ser recuperadas por los Emiratos Árabes Unidos.

Decía el ayatolá Jatami (5/4/2008 Europa Press) acerca de los disputados territorios: “Siempre serán iraníes esas islas […] Ellos deberían saber que el ancho azul del golfo Pérsico será siempre iraní y que este golfo no tendrá otra denominación que el Pérsico”. El clérigo aprovechaba su declaración para advertir sobre la nominación del espacio marítimo que divide la península de Arabia de los territorios árabes ocupados de Al Ahuaz.

El sionismo y su engendro expansionista, el Estado racista de Israel, pueden despreocuparse de este proyecto nuclear iraní. Si bien las ficticias amenazas de la dirigencia persa referidas a la desaparición de Israel, encuentran respuesta en las quejas de la dirigencia xenófoba israelí, en realidad el Estado judío siente “desprotección” cada vez que sus aliados incondicionales pactan con Irán por alguna necesidad coyuntural. También entre las monarquías del Golfo Arábigo cunde el pánico, cuando sus socios de Occidente se acercan a Teherán.

No son claras las intenciones que conllevan las declaraciones de la jerarquía del clero chiíta, alineado a Irán respecto de la desaparición física de Israel. Las acciones en el ámbito político de estos religiosos no guardan distancia respecto de las posturas de EE.UU., Rusia y el resto de la CEE, interesadas en sostener, sin condiciones, al Estado sionista.

En realidad, tanto el Pentágono como algunos países de la Comunidad Económica Europea, necesitan crear un enemigo con un perfil que permita desarrollar contradicciones antagónicas en el seno de las sociedades.

De este modo, los integristas y fundamentalistas como Al Qaeda, Estado Islámico, Boko Haram, Al Shabab o la Hermandad Musulmana son funcionales a los intereses foráneos en Oriente Medio o África. En esa línea, también resultan funcionales las milicias sectarias de orientación chiíta aliadas a Irán, entiéndase Hesbo Alah o Ejército Mehdi.

Para EE.UU. es indispensable que estos exponentes de prácticas nefastas para los intereses de las comunidades no desaparezcan, que estén vigentes, porque finalmente se convierten en fogoneros de la violencia, mixturada del odio al otro y de la exclusión del que piensa diferente, caldo de cultivo necesario para agudizar las diferencias en el seno de las sociedades. Estas organizaciones se van renovando, reciclando en los distintos escenarios o van cambiando los nombres de acuerdo a los acontecimientos; se nutren del mismo objetivo, y generalmente sus integrantes utilizan las mismas categorías de análisis.

EE.UU. tiene una estrategia diferente para cada frente y con cada encuadramiento determinista y fundamentalista.

Paradójicamente, las distintas administraciones de EE.UU. enlazaban sus fuerzas en Irak con las brigadas Badr, con el Ejército del Mehdi de Muktada Al Sadr, o con miembros de la Guardia Revolucionaria de Irán para combatir a los fatalistas del Estado Islámico. Un frente de combate que cuenta con la asistencia de Israel a través de los grupos feudales kurdos.

El Daesh (Estado Islámico) ha desbordado toda expectativa de EE.UU., Francia, Inglaterra y demás naciones: sigue su propio diseño descabellado, dejando al margen la posibilidad de ser conducido por cualquier referente de Occidente u Oriente. Las acciones militares de estos inadaptados pueden beneficiar en algunos tramos a los enemigos locales o de otras regiones, pero de ninguna manera pueden ser obstaculizadas por las tácticas de los mismos que los combaten.

Tampoco los gobiernos europeos han podido evitar que la esquizofrenia fundamentalista deje de operar en París, Bruselas, Londres, Madrid u otras metrópolis.

Sobrados ejemplos conducen a esta síntesis que, lejos de ser una simple conjetura, queda demostrada en la práctica por la ingobernabilidad de una estructura político-militar que día a día se nutre de los desplazados y excluidos de las sociedades en las que viven. Esto sucede, ciertamente, gracias a las políticas sostenidas por los regímenes sectarios que gobiernan tanto en Oriente Medio como en otras zonas del Mundo Árabe.

Debemos agregar que sin la asistencia de la población local, 35 mil o 70 mil combatientes no pueden ocupar más del 30% de los territorios sirio e iraquí. Aceptemos que la insurgencia en su conjunto, los rebeldes de todos los colores y preferencias religiosas, tienen el apoyo de sectores que han sido empujados a la marginalidad por distintos gobiernos. Estas últimas operaciones diagramadas por regímenes aliados a Teherán, han sido indispensables para construir ese espacio donde se radicalizan posiciones e interpretaciones religiosas, dando lugar a la disputa política en detrimento de la integración de las comunidades.

*Néstor Antonio Suleiman, De Puño y Letra

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