“La guerra habría podido evitarse, si la OTAN hubiera prestado atención a las advertencias de sus propios líderes y funcionarios, a lo largo de los años, de que su expansión hacia el este conduciría a una mayor, no menor, inestabilidad en la región”, denunció el jueves el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa.
En sus declaraciones ofrecidas ante el Parlamento del país, el mandatario urgió a entender las causas del conflicto ucraniano, agudizado después de que Rusia lanzara el 24 de febrero pasado una operación militar en su país vecino.
Ante tal situación, dejó claro que el enfoque del país africano es insistir en los diálogos entre ambas partes de la pugna, para luego criticar el uso de la fuerza y la violación del derecho internacional. “Gritar y chillar no va a poner fin a este conflicto”, hizo hincapié Ramaphosa.
Moscú, por su parte, ha avisado una y otra vez que una eventual adhesión de Kiev a la Alianza Atlántica llevaría al bloque militar, liderado por Estados Unidos, a las fronteras con el país euroasiático y representaría una amenaza para los intereses nacionales de la Federación Rusa.
De hecho, Moscú ha exigido la renuncia del país europeo a su anhelo de unirse a la Alianza Atlántica como una de sus principales condiciones para detener las operaciones militares en el territorio ucraniano, que están siguiendo, “según lo planeado”.
A pesar de los compromisos anteriores de la OTAN en relación con la posible adhesión de Ucrania, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, admitió el martes que está claro que su país no sería miembro del bloque militar, a la vez que dejó claro que ya es la hora de que el pueblo ucraniano comience a contar solo con sus propias fuerzas.
Sus afirmaciones se produjeron unos días después de que el jefe de Estado ucraniano afirmara que Kiev no necesita palabras, sino garantías de seguridad, criticando a la Alianza Atlántica por no cumplir con su promesa de proteger Ucrania ante operaciones de Rusia.
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