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Se acerca La Avalancha

(20/03/19 - Editorial *Por Hugo Delgado)-.Allá por 1991, en la paupérrima Haití sometida a décadas de dictaduras genocidas patrocinadas por Estados Unidos surgió una voz disonante que interpretaba los deseos del pueblo haitiano y que reflejaba en un par de palabras: Fanmi Lavalás, lo que en creole significa Avalancha Familiar.

Se trataba de un sacerdote tercermundista, Jean Bertrand Aristide, que buscaba lograr la revolucionaria acción de llevar un plato de comida cada mesa haitiana.

El Fanmi Lavalás encendió un reguero humano, como lo hace la pólvora y el pueblo haitiano salió a la calle como una avalancha humana a reclamar un gobierno popular que instaló en el poder con el sesenta por ciento de los sufragios.

No obstante el gobierno de Aristide duraría poco y sería derrocado por otra sangrienta dictadura, también patrocinada por los Estados Unidos. 
Aristide se asiló primero en Venezuela y después en el país de los asesinos de su pueblo y tres años después logró que se le restituyera su mandato, un mandato al que había llegado proponiendo, entre otras revolucionarias acciones, que cada hogar de la primera nación negra independiente del mundo tuviera una huerta familiar para autosustentarse.

Luego volvió a ser derrocado, porque la miseria de los haitianos parece ser un gran negocio para Estados Unidos, el país agredido por mercenarios financiados por los padrecitos de la democracia y acusado mediante la manipulación de videos por parte de Human Right Watch de violar los derechos humanos.
¿Por qué semejante prolegómeno para hablar de las elecciones presidenciales en Argentina?

Es que… justamente, el pueblo hambreado argentino por este gobierno neoliberal y alcahuete de los designios imperiales viene surgiendo, desde su propio interior profundo con la fuerza de una avalancha que todo parece arrasarlo.

Los feudos del neoliberalismo gorila tradicionales se derrumban; los del progresismo discursivo también y hasta los del conservadurismo rancio se van postrando ante los irrefrenables deseos de un pueblo, mayoritario, negado por los grandes medios usurpadores de su voz y sometido a la represión, la miseria y el despojo en nombre de un cambio que, efectivamente se está realizando aunque bajo ningún punto de vista para mejora de las mayorías.

La restauración de las prebendas oligárquicas, ejercida férreamente por el PRO y refrendada por los sectores residuales de los que supieron ser los partidos populares y por tanto mayoritarios del país, no termina, ni va a terminar de consolidarse porque el Pueblo resiste a esa expoliación de sus derechos y marcha hacia la restitución de los mismos.

Todos los días, indefectiblemente, el gobierno recibe terribles noticias para sus ambiciones de terminar de postrar la nación con un nuevo mandato que logre llevar el sometimiento económico, tecnológico y por ende político a niveles irrecuperables. Niveles muy por encima de la ya difícil situación actual.

Y esa realidad se vive en córdoba radical, alguna vez antiperonista y no por nada hoy solo antikirchnerista; en la conservadora Salta, donde el controvertido gobernador pelea, palmo a palmo, la tercera posición con los sectores trostkistas y hasta el la “progresista” Santa Fe donde la coalición que encabezan los socialistas neoliberales ve todos los días como se acercan a la pérdida del poder.

Es que estos cuatro años de gobierno neoliberal, que parecen cuatro siglos en el sufrimiento del pueblo, han arrasado con todo, desde la institucionalidad (incluido el republicanismo que supuestamente la alianza neoliberal conservadora de derechas Cambiemos venía a restaurar) hasta los derechos políticos, laborales y sociales de las mayorías en manos de los sectores concentrados de capital.

Hoy no existe en la Argentina Estado de Derecho; abundan los presos políticos y la violación a los derechos humanos; la prensa, más canalla que nunca, recuerda, salvo honrosas excepciones, a la que fue cómplice de la dictadura y contra la que batallo desigualmente Rodolfo Walsh y hasta hemos tenido un desaparecido a manos de las fuerzas de seguridad y seguramente cuando haya una justicia verdadera y no partidaria este hecho será esclarecido porque los delitos de lesa humanidad son imprescriptibles.

Esa realidad, la del hambre cotidiano, la de los abusos de poder cotidianos, va coronando un clamor cada vez más ostensible y puede ser visibilizado en las encuestas que permanente ordena el gobierno y donde pasó de ganar de punta a punta a perder en primera vuelta y ganar el ballotage a perder también en la segunda vuelta y… seguramente dentro de muy poco a perder en primera vuelta por abrumadora paliza.

¿En qué me afirmo para realizar semejante apreciación?

En el menos común de los sentidos, el sentido común.

El que nos lleva a ver como cotidianamente comienza a vislumbrarse la nostalgia de “cuando vivíamos mal” y podíamos ahorrar, mejorar nuestra casa, tener un cochecito y hasta vacacionar como resultado de nuestro trabajo.
Es que, después de la sorpresa generada por los integrantes de esa desagradable banda de sádicos que alguna vez titulé Seleccionado de Transilvania y a la que Mauricio Macri bautizó Mejor Equipo de los Últimos 50 Años al declarar, por ejemplo, “le mintieron a la gente y les dijeron que con un trabajo podían comer y tener un celular nuevo” y otras hijaputeces por el estilo, el Pueblo Argentino reaccionó y hoy su única y genuina representante arrasa en voluntades de voto por donde se la mida, aunque curiosamente se la mide arrasando por separado y apenas empatando en general.

Más del setenta por ciento de los votos en el conurbano; más del cincuenta y cinco por ciento promedio en las provincias del NOA NEA; cifras superiores a las del legendario cincuenta y cuatro por ciento en Córdoba, Neuquén, La Pampa y Santa Fe dan cuenta de mis palabras.

¡Se viene La Avalancha!

Una avalancha de votos que va a arrasar el panorama político argentino y que esperemos, esta vez sí, se lleve, como dice la canción, todo lo feo y nos deje un país con una justicia sana, con políticos que gobiernen para el Pueblo y periodistas que rindan cuentas sus acciones.

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