El cielo lluvioso del lunes complicó la vida de millones de parisinos. A sabiendas que la huelga de transporte sigue en su lugar y que la bicicleta y la caminata no son una buena opción para llegar al trabajo, millones de personas usaron sus vehículos personales, lo que originó, según las autoridades, 600 kilómetros de atascos en las diferentes vías de entrada a la capital. Y no hay perspectivas de que la situación cambie en los próximos días.
El lunes, nueve de las 15 líneas del metro de la capital francesa estaban completamente cerradas y sólo dos, completamente automatizadas, que circulan sin conductor, funcionaban normalmente.
Por otra parte, siete de los 25 depósitos de autobuses parisinos amanecieron bloqueados por huelguistas por lo que apenas un tercio de los buses que circulan en tiempo normal en París pudieron salir a las calles. Pese a las dificultades, según las encuestas, el 53 % de los ciudadanos apoya la huelga.
La movilización es contra un “sistema universal” de jubilaciones, que prevé reemplazar a los actuales 42 regímenes de jubilación existentes.
El Ejecutivo francés promete un dispositivo “más justo”, pero quienes se oponen a él temen una mayor “precariedad” para los jubilados.
El miércoles, el primer ministro de Francia, Edouard Philippe, detallará el plan. Se teme que este anuncio eche aún más leña a la furia ciudadana, que podría extenderse a otros sectores de la sociedad.
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