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Realizaron nuevos hallazgos en Teotihuacán

(09/07/20 - Arqueología)-.Un equipo de arqueólogos conformado por especialistas de distintos organismos que estudia este sitio arqueológico situado en México ha realizado importantes hallazgos con las técnicas más punteras.

la vida urbana tiene orígenes muy remotos. Los asentamientos humanos, en distintas zonas del planeta, han pasado por diversos experimentos, algunos exitosos y otros fallidos, y su estudio detallado puede aportar valiosa información sobre el devenir futuro de nuestras propias ciudades.

Teotihuacán, en el valle de México, fue una de las grandes ciudades del pasado de la humanidad, un lugar que aún proporciona importantes claves para entender cómo se vivió a lo largo de más de 500 años en una urbe donde las problemáticas a las que se enfrentaron sus habitantes no nos son ajenas: agotamiento del entorno, explotación de los bosques, destrucción de campos de cultivo y la convivencia cotidiana de una población pluricultural, situaciones que, sumadas a otras de carácter medioambiental, llevaron a sus pobladores a un conflicto tan extremo que los edificios principales de poder fueron destruidos e incendiados a mediados del siglo VI d.C.

Colaboración internacional
En 2017, un equipo de investigadores del departamento de Historia y Arqueología de la UB y otro del Laboratorio de Prospección Arqueológica del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM iniciaron el estudio de un área situada en el centro de esta antigua ciudad prehispánica para identificar y estudiar uno de sus barrios. 

La zona estudiada comprende 500.000 metros cuadrados situados al este de la Calzada de los Muertos, teniendo como límite norte la Pirámide del Sol y al sur, el río San Juan. A pesar de la centralidad de este sector y su evidente posición estratégica es un área que no había sido estudiada hasta ahora y que seguramente va a deparar muchas sorpresas.

La zona estudiada comprende 500.000 metros cuadrados situados al este de la Calzada de los Muertos, teniendo como límite norte la Pirámide del Sol y al sur, el río San Juan.

A finales de la década de 1960, el arqueólogo René Millon y su equipo realizaron un registro fotográfico aéreo de toda la ciudad de Teotihuacán que fue posteriormente convertido en un mapa topográfico. Los hallazgos fueron corroborados con un recorrido a pie y mediante pozos de sondeo. 

Este mapa ha sido la base de muchos de los estudios arqueológicos realizados en la ciudad hasta la fecha. Sin embargo, como consecuencia del desarrollo científico, actualmente se cuenta con técnicas que permiten investigar con mucho más detalle cada una de las zonas de la ciudad, y no sólo a nivel de superficie.

Técnicas de estudio punteras
El actual estudio arqueológico tiene como objetivo estudiar el área central de la ciudad (una zona que comprende los cuadros N2E1 y N2E2 del mapa de Millon). 

Para entender la organización de esta zona es fundamental comenzar explorando el mayor espacio posible a partir de técnicas geofísicas y el registro de la distribución de materiales en superficie a fin de poder localizar elementos enterrados y verificar hipótesis sobre la presencia de plazas, estructuras, áreas residenciales, rituales y talleres; así como entender la relación que las estructuras y áreas tienen entre sí, e identificar si existen diferentes fases constructivas y cómo ha cambiado a lo largo del tiempo el uso del espacio. 

Para hacer un estudio de tal envergadura se ha aplicado la metodología de prospección arqueológica sobre una superficie muy amplia (más de 50.000 metros cuadrados). Esto incluye fotogrametría con el uso de drones, estudios geofísicos con gradiente magnético y con georradar, toma de muestras para análisis de residuos químicos y registro de los materiales arqueológicos en superficie.

En una segunda fase del proyecto se tiene previsto aplicar estudios con equipos geofísicos recientemente adquiridos con mejores antenas de radar, un equipo de tomografía eléctrica y la posibilidad de realizar vuelos con LIDAR sobre la zona. Posteriormente se llevarán a cabo excavaciones para confirmar las hipótesis propuestas, determinar la cronología e indagar con más detalle las características de algunas estructuras que hayan llamado particularmente la atención.

Un barrio de la ciudad
Así, ¿qué esperamos descubrir? Hasta ahora ha sido posible identificar los muros enterrados de algunas estructuras de diferentes tamaños y algunas plazas. Además, la presencia de microlascas de obsidiana en la superficie hace pensar que en este barrio existieron talleres donde se trabajaron y retocaron diferentes artefactos líticos. 

La existencia de cerámica fina en algunos sectores y doméstica en otros sugiere la existencia de talleres artesanales. En cuanto a la arquitectura, la presencia de fragmentos de pintura mural en la superficie, cerca de una de las estructuras, es un indicador importante de rango y estatus. Todos estos datos ayudan a comprender la conformación del barrio y a ubicar su área principal, templos, viviendas, talleres, almacenes, plazas, calles...

Las próximas temporadas se tiene previsto completar el estudio de toda la superficie objeto de investigación para tratar de entender su organización interna. Se estudiará la posible relación que tuvo este espacio con el río San Juan, que cruza la ciudad y delimita por el sur esta zona, a fin de averiguar si existía algún punto de embarque para personas y/o productos, así como documentar la existencia de posibles almacenes. 

También se realizarán excavaciones puntuales para confirmar las hipótesis planteadas. Gracias a la aplicación de diferentes técnicas de datación, como el radiocarbono y el arqueomagnetismo,se entenderá mejor asimismo la cronología de las construcciones identificadas. Todo en aras de alcanzar un mejor conocimiento de la organización de esta parte de la ciudad y de su evolución en el tiempo.

El proyecto arqueológico de Teotihuacán es un proyecto compartido y llevado a cabo por especialistas de la Universidad de Barcelona y la Universidad Nacional Autónoma de México. Esta colaboración ha sido financiada por la Fundación Palarq y del Ministerio de Cultura y Deporte de España, y cuenta con el permiso del Consejo de Arqueología de México.

Por Natalia Moragas, Alessandra Pecci, Luis Barba y Agustín Ortiz, N G

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