La coalición de partidos de derecha y ultraderecha formada en diciembre por el primer ministro se prepara para pisar el acelerador del proceso legislativo mañana.
Según sus detractores, el texto, que busca reducir la influencia del poder judicial en beneficio del poder político, amenaza la separación de poderes y el carácter democrático de Israel.
Netanyahu y su ministro de Justicia, Yariv Levin, consideran en cambio que esa reforma restablecerá un equilibrio de fuerzas entre los legisladores y la Corte Suprema, a la que ven como una institución politizada.
Como en las últimas semanas, la manifestación principal tuvo lugar hoy en el centro de Tel Aviv adonde, según los medios, más de 100.000 personas acudieron con banderas blancas y azules.
En las ciudades de Haifa (norte) y de Beerseba (sur) se batieron récords de participación, con 50.000 y 10.000 personas respectivamente, según la agencia de noticias AFP.
No hay cifras oficiales porque las autoridades no acostumbran a comunicarlas.
El presidente de la comisión de leyes del Parlamento, Simcha Rothman, tiene previsto realizar audiencias sobre el proyecto desde mañana hasta el miércoles con vistas a respetar el calendario establecido con el ministro de Justicia.
El Ejecutivo, el más derechista de la historia del país, desea aprobar los principales puntos de la reforma antes del 2 de abril.
Hace dos días, el presidente de Israel, Isaac Herzog pidió al gobierno frenar la reforma, a la que calificó de opresiva y perjudicial.
En un discurso especial a la nación, el presidente afirmó que la crisis nacional provocada por el intento del gobierno de debilitar el Poder Judicial es “un desastre” y “una pesadilla” e insistió en que el gobierno debe dejar de lado la reforma como se presenta para que el país no descienda a un abismo social y constitucional.
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